No es porque sean de derechas o de izquierdas, aunque esta vez el bando de la izquierda es el protagonista, pero están haciendo una España fea, muy fea, como yo no he visto desde que se instauró la democracia.
Después de Franco, España ha bailado la yenka –izquierda, izquierda, derecha, derecha…- con total naturalidad. Obviamente nos gustan más los nuestros que los contrarios, pero se había vivido la alternancia sin trauma, y, lo que es más importante, de forma respetuosa.
Lo que ahora estamos viviendo ni es democrático ni sano. Se ha constituido un gobierno carente de cualquier principio: ni ético, ni moral, ni estético ni mucho menos democrático. Su único fin es ocupar el poder a costa de lo que sea, con el único propósito de satisfacer sus pobres egos personales. Ese ‘lo que sea’ incluye resucitar muertos para zaherir al contrario político, al que ahora convierten enemigo con el sello de ‘facha’; aliarse con quienes han asesinado a sus propios correligionarios; hacer y deshacer leyes a la medida de sus tejemanejes, y, si hace falta, nacionalizar a los hijos para adoctrinarlos, no sea que si los dejan en libertad piensen por sí mismos y se revuelvan contra tan insoportable vilipendio.
Se está atacando la razón de forma tan grave que se pretende olvidar los crímenes de ayer y recordar continuamente los de hace cinco siglos. Sientan a su mesa presupuestaria a los pro etarras, cuyos muertos aún están calientes y emprenden una feroz campaña, no ya contra Franco, que lleva 45 años enterrado, sino contra Hernán Cortés, Pizarro o los mismísimos Reyes Católicos, y no es que la emprendan contra tan ilustres personajes de nuestra Historia, sino que lo hacen de forma que sus supuestas culpas -hay que ser muy analfabeto para juzgar la Historia- recaigan sobre quienes no comulgan con sus dictatoriales credos, a quienes tildan de ‘herederos’.
Al final, las dictaduras, sean de la facción que sean, tienen muchos factores comunes. Todos los déspotas, de Stalin a Pinochet, tratan de imponer su credo y si pueden marcarán a las personas como a reses, para escarnio de los enemigos.
La postura de este gobierno con respecto a los hijos, la suscribiría cualquier dictador, porque para cualquier de ellos los jóvenes son una masa a adoctrinar, no seres libres a instruir.
A ninguna persona se le ocurriría hablar de propiedad, refiriéndose a los hijos como ha hecho este gobierno. Las personas no son objeto de comercio y por tanto no pertenecen a nadie, tampoco del Estado, pero los padres sí tienen encomendada, por la propia Naturaleza, la crianza y educación de sus hijos, porque, incluso en las manadas ovinas, cada madre amamanta a su cordero, lo cuida y lo protege.
Los padres tienen que respetar unas normas en el proceso educativo de sus hijos, de hecho tienen la obligación de pensar en el bien de ellos, pero se entiende que un padre que no sea un descerebrado lo hará así y por ello sus facultades solo tendrán como límite el interés del hijo, no el capricho del gobernante de turno.
La limitación del derecho de los padres pare elegir colegio no es más que un intento de imponer su sectario adoctrinamiento, arrasando el derecho de los padres a transmitir a sus hijos sus principios y creencias… Es muy grave y feo…