Miguel Ángel Flores

Amboades

Miguel Ángel Flores


Princesuela republicana

19/12/2022

Alguien procaz es aquel, que carece de vergüenza, y que no siente pudor alguno, con su conducta descarada y sin ningún prejuicio ante la realidad, siendo impertinente o sin sentido de la vergüenza.
Atrevido, es aquel que hace algo arriesgado, y también de una manera insolente. Érase una vez, en una ciudad que dicen muchos, que no todos, fue la más histórica y monumental del reino, aunque a muchos a tal reino les gustaría que se llamase república, pero a quien le importa, como se llame, porque bien se sabe, que sean reyes de reinos o presidentes de repúblicas, los súbditos, que no ciudadanos, siempre estarán abajo a sus expensas, o quizá, mejor dicho, sea debajo, y lo malo es que por siempre estarán debajo, sean reyes o presidentes, pero es de otra historia ¿o no?
Bien, pues en esa ciudad, que hace mucho, mucho, mucho tiempo, antes del tiempo de esta historieta, por lo visto, llegó a ser la capital, de no sé qué antiguo imperio, pero como esto fue hace tanto, tanto, tanto tiempo. Pues en los tiempos de la historieta, por los avatares del destino, solo se quedó en una simple ciudad, pero simple de simpleza, y realmente sin relevancia alguna, en aquel reino y su princesa que es quien ordenaba y mandaba, a los pocos súbditos que iban quedando (más bien vasallos), dentro de sus históricos muros, ayudada por una serie de consejeros de su corte, que ciertamente, no hacían nada por su mejora de la antigua relevancia y prestancia de los tiempos antiguos.
Es decir, que aquella princesuela, que no princesa, con aires de republicanismo, para quienes la mantenían en su tronito, hacía esos aspavientos de tener comportamientos de modernidad, sobre todo para quienes por miles y miles les visitaban, siendo por un día, los ciudadanos de aquella muy histórica ciudad, y la princesuela se sentía tan cómoda, con aquellas músicas sireniles, que gustaba más oír esas músicas, que los lamentos de los cada vez menos súbditos, de su historia ciudad de la cual era su princesuela. La verdad es que, la princesuela, no era hija legitima de ningún rey; más bien fue la mejor pupila de otro reyezuelo malpuesto en un reino inventado, muchos años antes, nacido tal reino de un muy antiguo imperio de larga historia. Es decir, aquel reyezuelo, como en todo tiempo de la historia, fue tal reyezuelo, por las maquinaciones y estrategias de engaño y nada verdad, con las que se comprometía para con sus súbditos, pero por el ardid que una inmensa mayoría de ellos, que recibían alguna prebenda de favores en aquel artificioso reino, siempre conseguía ser el reyezuelo, que no rey. Por consiguiente, aquel reino nunca evolucionó a nada bueno para sus súbditos, tan solo era bueno para quienes obtenían aquellas prebendas (siempre), en múltiples maneras de obtención. Por tanto, aquella princesuela por seguidismo del reyezuelo, en la ciudad, actuaba igual, y así conseguía ser la princesuela de aquella ciudad, que solo gustaba a los visitantes de un día.

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