Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Von der Leyen, de campaña

18/09/2023

La Comisión Europea y el Parlamento arrancan el último curso político de la legislatura con todavía mucho trabajo pendiente. Quizás porque en las primeras perspectivas económicas y financieras, nadie diseñó ni pudo prever respuestas para hacer frente a una crisis tan profunda como la generada por la pandemia, o la misma revolución geopolítica que ha desatado la guerra de Rusia en Ucrania que sigue sometiendo a una enorme tensión los resortes de la propia Unión con algún país llamando a la puerta.
 Aunque mucho antes, hubo que hacer frente a un convulso e interminable Brexit que, por cierto, le costó el puesto a dos mandatarios del país saliente, el posiblemente hoy arrepentido Reino Unido. Un doloroso abandono que estuvo a punto de quebrar los cimientos hormigonados tras la Segunda Guerra Mundial. El aguante de los 27 para cerrar un acuerdo fue un ejemplo de fortaleza y resistencia que proyectó al mundo una imagen fuerte y de madurez de una Europa moderna que apuesta por la unidad y destierra el separatismo. 
Indudablemente todos estos últimos acontecimientos han desbaratado la agenda de trabajo de las dos instituciones, y el calendario de compromisos y reformas legislativas que deberían  haber culminado.
Por ello, el pleno del pasado miércoles, capitalizado por el solemne discurso de la Presidenta de la Comisión, la alemana Úrsula von der Leyen, estuvo plagado de balances y de mensajes para mirar al futuro; tenía derecho a ello. Esa aplaudida alocución ponía fin a un período político sin igual, y daba el pistoletazo de salida para la próxima carrera electoral. Porque en abril se disolverá la Eurocámara y se convocarán nuevas elecciones. De ahí saldrá la nueva representación política del Viejo Continente que meses después, -en un año desde hoy-, nombrará al nuevo Gobierno de Europa.
Von der Leyen tocó los asuntos más sensibles, y no olvidó la agricultura. De hecho, la primera mención de agradecimiento al trabajo de todos los productores levantó un sonoro aplauso en el amplísimo arco parlamentario. Y fue ahí donde acopló una afirmación, algo interesada, por el horizonte tan corto que resta hasta los nuevos comicios. Una aseveración que cualquiera valorará como verdadera, coherente, y sincera. Dijo que «muchos (productores) están comprometidos ya con una agricultura más sostenible… Junto al sector agrario, debemos responder a estos desafíos. Solo así podremos salvaguardar la soberanía alimentaria en el futuro. Por tanto necesitamos más diálogo y menos polarización, y por esta razón, nos gustaría iniciar un diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura europea; estoy convencida de que la agricultura y la conservación de la naturaleza pueden ir de la mano. Las dos cosas son importantes».
La intención seguramente se agradece ya que cualquier reconocimiento para nuestro campo es poco, y más en el contexto en el que estamos. Pero obras son amores, ya que con una nueva y contestada Política Agraria Común como la actual, y todas las voces del campo pidiendo reorientar ciertos reglamentos hacia el mercado para abastecer a una población creciente, la voluntad política no solo debería quedar en un discurso.