Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Toledo no se toca

25/03/2021

El genial Groucho Marx dijo que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Y eso que no conocía a José Hila. Nosotros tampoco hasta que este individuo, alcalde de Palma de Mallorca, ha decidido hacer de su capa un sayo y eliminar varios nombres de calles de su ciudad por considerarlos franquistas. Entre ellos, el de Toledo. Y por ahí no pasamos, regidor de pacotilla. Orgullo y dignidad, ante todo.
Este hombre ha arremetido con descaro, ignorancia y extrema estulticia contra una ciudad que no solo es Patrimonio de la Humanidad, sino que constituye un símbolo de convivencia entre culturas y una joya monumental como pocas en el mundo. Eso sí, ha conseguido que los toledanos nos levantemos contra un calificativo propio del sectarismo más rancio, la ignorancia más supina y  el desprecio a la historia. Nosotros no somos de alharacas, ni de lisonjas, ni de vanos halagos. Somos austeros, como buenos castellanos, pero que no nos insulten, porque salen a relucir nuestras raíces comuneras. Y el espíritu de Juan de  Padilla se antepone a cualquier consideración de un alcalde paleto que no está a la altura de la urbe que gobierna.
No sé si este hombre ha tenido el privilegio de contemplar Toledo desde el Valle, de descubrir el Transparente de la Catedral, de visitar nuestras sinagogas o de admirar El Entierro del Conde de Orgaz. Nuestros muros inspiraron a Garcilaso, a Cervantes, a Bécquer, a Zorrilla o a Rilke, entre otros muchos. Nuestras piedras han sido testigos de las aventuras de Buñuel, Lorca o Dalí. Ahora José Hila, por mucho que se empeñe, no va a manchar una ciudad cuyos orígenes se remontan a la Edad del Bronce, que fue capital visigoda,  imperial y, ahora, de una Comunidad Autónoma que late en el corazón de España.
Tampoco deben saber este alcalde y sus secuaces que el Alcázar de Toledo es un templo de la sabiduría que alberga la Biblioteca de Castilla-La Mancha, además del espléndido Museo del Ejército, testigo de huellas imborrables que constituyen nuestra identidad. Y que no solo protagonizó un episodio de la Guerra Civil, sino que, por ejemplo, fue fortín de María Pacheco.
Reconforta que el alcalde Hila haya recibido su merecido por parte de eruditos que han dejado al descubierto su bajeza intelectual y política. Lo peor es que este señor es un ejemplo de la radicalidad que se ha adueñado de nuestro país en un momento dramático, en medio de una pandemia que ha causado miles de muertos y ha generado inmensas pérdidas económicas, con un paro desbocado y una angustiosa pobreza.
Gobernantes que siembran odio, que generan confrontación, que no solucionan problemas y que muestran su desmedida soberbia, sobran. Lo menos que puede hacer este alcalde, socialista por si alguien no lo sabe, es pedir perdón a Toledo y a los toledanos. Yo no quiero que, tras la afrenta, se digne a buscar otra vía para ponerle el nombre de nuestra ciudad. Solo espero que la fuerza que hemos demostrado los toledanos en defensa de nuestra capital, la utilicemos para luchar por el Tajo, por nuestro patrimonio en Vega Baja o por devolver la vida a ese Casco Histórico agonizante. Acabo haciendo mío ese calificativo que ha dirigido el académico Pérez Reverte al alcalde de Palma: idiota.