Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


La canalla en el poder

17/12/2021

Cuando un país se pone en manos de gente de baja estofa, el poder no puede esperar más que eso, una tras otra. Cuando se carece de principio alguno, todo es posible y esto es lo que nos está pasando. Cada episodio que se conoce 'mejora' al anterior y no existe el límite, porque cuando se carece absolutamente de moral, el freno ni se conoce.
Porque llega un momento que ni siquiera se disimula. El hombre es un ser egoísta por naturaleza, pero cuando a una persona la han infundido algún principio, al menos le da vergüenza cometer ciertos actos. No es el caso de una gran parte de 'la clase gobernante' como les gusta decir a ellos mismos; no conocen la vergüenza y por tanto nada les impide cometer las acciones más bajas que imaginar podamos.
Un día te enteras de que han hecho un acuerdo con terroristas, otro que hay en el Congreso, donde está la soberanía popular, un acto de delincuentes sentenciados y parientes de ellos que tiene como objeto reivindicar 'su santidad' y criminalizar a quienes han osado detenerlos: policía y guardia civil, o condenarlos, jueces y magistrados.
Cuando ocurre esto ¿tiene para ellos la más mínima importancia que acosen a un casi bebé por hablar castellano? ¿Alguien piensa que gente de esta calaña va a disgustar a quienes les permiten veranear en palacios estatales a costa del prójimo por el derecho de 'un mocoso' a usar una u otra lengua?
La realidad es que no son ellos los culpables. Quienes ponen al zorro a guardar el gallinero, no puede quejarse de que le falten gallinas y los españoles hemos hecho eso, hemos colocado al frente de España a un ser que, cuando se presentó a las elecciones, ya había plagiado su tesis y ya había intentado dar pucherazo en su propio partido. ¿No es de ilusos pensar que quien exhibe esas cartas de presentación va a gobernar bajo el paraguas de alguna convicción ética? ¿No es de ilusos lamentarse de que un ser así no cumple una sola de sus promesas? ¿No es de cándidos sorprenderse porque entes de esta masa se rodean de la escoria social?
Para este tipo de personajes ningún precio es mucho, sobre todo si ellos no pagan, para comprar voluntades o hacer cualquier papel que les pueda reportar algún beneficio para su causa. Su causa no es otra que la de mantener la satrapía a toda costa, porque en ello les va todo. Por eso no se sonrojan, por ejemplo, acudiendo a una audiencia papal después de presumir de laicistas y de tratar de cargarse la enseñanza concertada, dentro de la que una parte importante está regida por religiosos. Lógicamente no acuden por medios propios, como sería lo normal cuando se trata de viajes privados. Para eso tienen el Falcon.
Algunos éramos tan inocentes como estos que han colocado al lobo de guarda del rebaño. Pensábamos que esto no podría pasar en España. Pero había una variable que no tomamos en consideración: el pesebre, ese pesebre al que se encuentran atados cientos de personajillos con cargos de diputados, senadores y demás que, sin mérito alguno, viven en la opulencia gracias a la adoración que profesan al líder. No tuvimos en cuenta esta añadida miseria humana y la estamos pagando, pero ¿hasta cuándo?