Ya me gustaría que de verdad España madurara y se hiciera un país serio, verdaderamente democrático y además solvente. La realidad es que nuestra ‘maduración’ nos acerca, cada vez más, a la Venezuela de Maduro.
Yo sé que la política exige muchas veces bajar a las cloacas, pero esa misión no la realiza la segunda institución del país. Siempre se le encomienda a institutos u organismos que de una  u otra manera lo llevan en sus funciones. Cuando quién baja a la cloaca es directamente quién pretende encarnar magistratura tan alta como la misma presidencia del gobierno, es que la persona, el país o ambos, le pasa lo que al mal besugo, que no tiene el ojo claro.
Los hechos  que está protagonizando la persona, a quién la mayoría de los españoles ha designado con su voto para que nos gobierne, pone bien a las claras la deriva conscientemente totalitaria que ha emprendido. Es totalitaria porque no puede tildarse de otra forma quién se hace acompañar por grupos que vienen de la violencia asesina, sin haber hecho el más mínimo acto de contrición sobre sus orígenes. Es consciente, porque está tratando de esconder vergonzosamente sus actos. El hecho de que sus adláteres se reúnan con Bildu y no permita que la prensa saque una sola foto de esa reunión, demuestra que él mismo  considera ese acto vergonzoso.
La forma en que está usando, sin pudor alguno, las instituciones del Estado, para sus personales propósitos no deja lugar a dudas  sobre su deriva totalitaria: todo por ser presidente. ¿Cómo puede sentirse con derecho a usar a los presidentes autonómicos como monigotes para decorar sus vergonzosas negociaciones con los separatistas? Obviamente –esto pasa siempre- los presidentes de las distintas autonomías tienen más respeto por lo que este engendro representa, que él por ellos, y por eso hicieron lo que debían hacer, que es acudir a la cita, aunque con ello se estuvieran prestando al juego indecente del personaje.
Este ‘Maduro’ español está queriendo convencer a la sociedad española de dos cosas igualmente falsas: la primera es que el gobierno que va a amalgamar es legítimo. La segunda es que no ha podido hacer otra cosa por la postura de los partidos de centro-derecha. Es absolutamente falaz que ese gobierno en coalición con Podemos y apoyado por Bildu Y Ezquerra sea legítimo. La legitimidad es mucho más que seguir la letra de la ley. Obviamente contará con mayoría en el Parlamento, pero, ¿Cómo ha llegado al Parlamento? Si en la campaña electoral, incluso durante la fallida anterior legislatura, no hubiera dicho eso de que no podría dormir con los podemitas en el gobierno y no hubiera llamado supremacista a Torra y hubiera dicho que iba a hacer lo que está haciendo, sería perfectamente legítimo. Si la mayoría de los españoles quiere que nos gobiernen herederos de terroristas en coalición con separatistas y comunistas, pues santo y bueno. Sería para salir corriendo pero sería legítimo, pero cuando, durante tanto tiempo, ha estado asegurando lo contrario de lo que  ahora practica, que no nos hable de gobierno legítimo. Obviamente, a las personas con un poquito más de perspicacia no las ha engañado, pero recordemos que en democracia vota todo el mundo, no se exige un coeficiente notable, por tanto, basado en la mentira, no puede ser legítimo.