Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


El peor castigo

09/05/2020

Nuestra región ha sufrido un castigo durísimo. El peor porcentualmente de toda España y siendo nuestro país podium máximo de mortandad con respecto por número de habitantes ya saben entonces lo que esto significa. Castilla-La Mancha ha sufrido y sigue soportando, aunque por fortuna parece que cada vez con mejor perspectiva, un embate terrible de la letal pandemia a la que se enfrenta el mundo entero. El impacto ha sido particularmente duro en Ciudad Real, Albacete y Guadalajara, donde el castigo ha sido aún mayor.
Son datos, son la cruda realidad hasta de los números oficiales, que en realidad esconden otros aún peor. Porque como ya adelantó el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha que determinó que el número de fallecidos por coronavirus y enterrados con tal protocolo, hasta el 31 de marzo, no era de 708 como refleja, y sigue reflejando la cuenta de la consejería de Sanidad, sino casi el triple, 1.921. Y por mucho que no se quiera reconocer, no se va a olvidar y más pronto que tarde saldrá todo a la luz. Simplemente en cuanto el Registro Civil tenga al día sus inscripciones.
Pero no voy a volver sobre ello, ni tampoco sobre lo sucedido en nuestros hospitales, ni en las terribles deficiencias de protección de sus profesionales. Tiempo habrá y seguramente no sean únicamente respuestas en rueda de prensa las que se deban dar sino que es muy posible que en algún caso hayan de darse ante la autoridad judicial. Pero por hoy, dejémoslo estar. Que no significa, no en mi caso desde luego, que se vaya a olvidar. Habrá, es obligatorio e imprescindible, que responder y, si se tiene ese punto que hay que tener, pedir con humildad perdón. Porque un error puede cometerse y los cometemos todos a diario, y los expuesto al público aún más, pero su ocultación o pretender hacerlo pasar encima como virtud no es precisamente la senda mejor, sino la que convierte la falta en algo mucho peor.
La percepción creciente que me llega, hoy un confinamiento no significa en absoluto, incomunicación, es la de un sordo pero enconado enfado y la de una sensación general de que unos sí han estado a la altura de su deber y responsabilidad, y a ellos no se les escatiman aplausos, pongamos que hablo desde sanitarios a guardias civiles, pero otros, y las gentes miran a sus representantes políticos, no. Y ese no, es muy generalista y no hace demasiada distinción, aunque alguna salvedad sí, pues quienes están en posición de gobernar son, en estas horas críticas, quienes han de demostrar que estaban a la altura de lo que les fue encomendado por la población. Supongo que ellos mismos lo saben y las gentes, también.
Sin embargo, resulta que todavía sin salir, y aunque salgamos de lo mas terrible, nos vamos a encontrar con un panorama tremendo y de hecho estamos en él ya. El varapalo económico, la riada del paro y la destrucción de negocios y empresas va a ser, está siendo ya, brutal. Y es aquí donde, y mirando al futuro, hay ahora que ponerse a trabajar, y demostrar quizás lo que no se ha demostrado anteriormente y con ello reivindicarse hacia afuera, pero hacia los adentros también.
Es llegado el momento de hacer de la necesidad virtud y en la desdicha encontrar los caminos y las vías no solo de resistencia sino de avance y hasta de capacidad de mejora y de encontrar nichos que antes no parecían ni se suponía que podían ser importantes en nuestro futuro.
Así que sin olvidos, y reconociendo los errores, que sea menester reconocer, ahora lo que toca y a lo que vamos a mirar es a cómo se arremangan y cómo, milongas y discursos aparte, se coge la azada y se comienza a cavar. Porque esto va a costar mucho sudor y no valen, jamás han valido, pero ahora se va a notar más, milongas, anuncios ni palabras hueras sino proyectos con cuerpo, hechos con empuje, voluntad y decisión. Obras, apoyo, presencia, cercanía, humildad y liderazgo. Pero de verdad.
Ojalá sea así, porque sino al castigo sufrido aún tendremos que añadir encima un castigo peor.