Jorge Jaramillo

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Jorge Jaramillo


China es la clave

15/03/2020

El desafío no tiene precedentes. La capacidad para neutralizar a este maldito coronavirus está fuera de dudas si asumimos como urgente una respuesta colectiva, sin fisuras, para precipitar el aislamiento temporal que evite la propagación y el contagio por el elevado riesgo de colapso de nuestro sistema sanitario que es donde está el principal peligro para todos
 Hasta ahora no fuimos capaces de calibrar la que se avecinaba cuando empezamos a hablar de la desconocida enfermedad a finales de enero en China, donde se inició la alerta. Un país en el que las empresas agroalimentarias centran gran parte de su estrategia comercial de expansión desde hace tiempo, si hablamos de bodegas, de los envasadores de aceite de oliva, de interprofesionales o especialmente de la industria cárnica, en particular de la porcina que, desde el veto ruso, y tras la explosión interna de peste que mermó y paralizó su estructura productiva, encontraron allí el nicho perfecto para crecer ante su desorbitada demanda de proteína.
   La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos confirma ahora que el centro de la pandemia se ha desplazado a Europa, poniendo patas arriba todo el sistema, medio planeta, y la propia economía que en el ámbito de los principales sectores ya estaban tocados por la subida arancelaria en Estados Unidos, o por el incierto escenario comercial post-Brexit.
   De repente, el reto a corto plazo de toda la industria agroalimentaria española, de los agricultores y ganaderos, y de las cooperativas, cambia para garantizar el abastecimiento en los puntos más próximos de la cadena, así como en otros destinos comunitarios donde principalmente exportamos.
   Las vías con el exterior, mientras no se cortocircuiten, seguirán abiertas, lo que permitirá mantener esos flujos que hoy por hoy funcionan, pese al interrumpus por la falta de contenedores y la menor actividad en algunos puertos desde hace un mes. Lonjas como la de Binéfar temen riesgo de contagio de bajos precios en algunas cabañas por las dificultades que Polonia está encontrando para llegar con su carne de vacuno a Italia. Sin embargo, han subido las ventas por el acopio compulsivo de los ciudadanos.
   Las inevitables decisiones políticas para el control de movimientos de las personas también pueden representar un handicap porque paralizan de golpe el consumo en algunos canales, concentrándose momentáneamente en los hogares ante el cierre de tantos negocios. Es de justicia en este sentido, romper una lanza por tantos autónomos ante el esfuerzo individual y el ejemplo de dignidad profesional que están dando por seguridad, especialmente en canal Horeca donde se dan gran parte de las ventas de la alimentación y las bebidas.
   Por todo, en el plano más económico, y pese a los estímulos lanzados por las instituciones comunitarias, el Banco Central Europeo, la Comisión o los gobiernos, esas son las principales dudas para alejarnos de una recesión. Los economistas coinciden en que aplazar el pago de impuestos no es la única salida si no se factura, tal y como analizan también en las cooperativas centradas ahora en demostrar la eficiencia del modelo productivo al igual que la distribución y los supermercados.
   Para expertos como Sebastián Castillo de nuestra Universidad regional, evitar entrar en un ciclo de impagos es crucial. De ahí la importancia de inyectar liquidez por una repentina menor actividad, aunque a medio plazo no cambien las expectativas de los que operan, temerosos de la logística.
   Porque, a diferencia del crac de 2008, en aquél momento fue la exportación la que salvó muchos balances. «Entonces fue un problema de demanda, de desconfianza, pero nuestras empresas tuvieron la salida a los mercados internacionales». Ahora, el miedo está en las repercusiones de cierre de fronteras.
   El tema es serio. Pero si China sucumbió al coronavirus y empieza a levantarse, será la mejor clave para vaticinar el futuro tan extraño que se cierne sobre todos.