Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


Un gobierno desaparecido

02/08/2020

Me remito a los resultados. España fracasó en la adopción de medidas cuando comenzó la pandemia. Su falta de seriedad nos costó miles de vidas. Ahora, cuando parecía que se empezaba controlar, el Gobierno abdica de sus responsabilidades y deja en manos de las Comunidades Autónomas el control de la crisis. Lo hace, además, sin que tengan una estructura jurídica que las permita tomar medidas ágiles e inmediatas, hasta el punto de tener que someter algunas de sus decisiones cotidianas al visto bueno del Juzgado de Guardia.
Es obvio que el papel de los jueces no es tomar decisiones de administración ni políticas. Los jueces actúan normalmente a posteriori. No en vano su misión es juzgar, no administrar. Cuando en una situación de crisis, como ocurrió con la sublevación del gobierno catalán, son los jueces quiénes tienen que tomar las decisiones, es que algo básico falla. Y en el caso de España lo que falla es la asunción de responsabilidades por el poder ejecutivo. En el caso catalán fue el complejo cobarde de la derecha; en el caso de esta crisis del coronavirus, huir de actuaciones en las que el lucimiento no es fácil.
La desgraciada pandemia está destruyendo vidas, haciendas y empleos, como nunca conocimos en tiempos de paz. Sabemos, aunque se quiera ocultar, las vidas que hemos perdido. Sabemos, quizá aún no todo el mundo es consciente, el agujero económico que nos está produciendo. Sabemos, aunque tampoco somos todavía conscientes de ello por virtud de los ERTES, los miles, más bien millones, de puestos de trabajo que nos va a costar. ¿Para cuándo, si no es en situaciones como esta, necesitamos un gobierno?
El problema es que todos quieren salir  ‘al tercio’ a saludar cuando de recibir ovaciones se trata. Cuando el toro está complicado y la faena puede resultar deslucida, solo los grandes hombres se atreven a dar la cara. Nuestro gobierno está demostrando que de grande sólo tiene el número de ministros. Nuestro presidente se organiza un paseíllo triunfal exhibiendo los trofeos -ayudas comunitarias- como si hubiera conquistado ‘El Dorado’. Cuando recibe mucho menos de lo que podía haber conseguido, y encima con unas contraprestaciones muy exigentes. Cuando los datos del empleo no pueden ser peores y los pesos pesados de Europa, económicamente hablando, nos hacen un roto en el turismo, desaconsejando visitar España o una parte de ella, … entonces no salen a recibir la opinión de su pueblo sobre su gestión. Incluso ese vicepresidente, otrora proclive al uso de los medios televisivos, se cuida muy bien de no salir a explicar por qué esas medidas de prohibición de los despidos, con las que tanto pecho sacaron, han tenido un resultado que no puede ser más nefasto ¿se habrá enterado ya que el empleo ni se crea ni se conserva por decreto?
El problema de fondo es que tenemos un gobierno que ha venido -lo dijo Ábalos- para quedarse, es decir, para eternizarse; no para ponerse al frente de los problemas de España. Pero estamos aún en democracia y de vez en cuando tenemos que expresar nuestra opinión sobre lo que nos parece la actuación de quienes están al volante. Por eso, no quieren dejarse ver con el mono enmugrecido por labores nada lucidas, y eligen desaparecer, dejando España huérfana de timonel… salvo para recibir aplausos estilo Kim Jong-un…