Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


El tratante de ganados…y autonomía cero

06/10/2019

Una vez presencié cómo se hacía el trato de unos animales. Eran otros tiempos y la picaresca era la norma. No digo que no exista, sobre todo en política, pero en la actividad comercial se ha moderado bastante.
La compra de las reses se organizaba de siguiente manera. Un primer comprador pedía precio a quien quería vender sus animales. Este le pedía, por ejemplo, a diez mil pesetas. –Era la moneda existente en la época a que me refiero- El comprador ofrecía seis mil, con lo que, aparentemente la distancia era excesiva para que se pudiera terminar con éxito. Mientras vendedor y comprador hablaban de lo divino y lo humano, llegaba por allí otro hombre que, aparentemente era ajeno tanto al comprador como al vendedor. Se interesaba por la operación y, sin que nadie se lo pidiera, cogía el papel de mediador. Preguntaba por las posiciones y se le informaba de que uno pedía diez y el otro solo ofrecía seis. Entonces el ‘desinteresado’ mediador exponía que la operación no era difícil, era solo necesario que el vendedor, en lugar de las diez que pedía, lo dejara en la media entre las 6 que ofrecía el comprador y las 10 que pedía el vendedor. El hombre, después de un montón de admoniciones del mediador mordía el anzuelo y pedía las 8 que eran la media. Entonces  el mediador, cual un Pedro Sánchez cualquiera, exponía cuál era la situación. Según él exponía, el vendedor pedía 8 y el comprador ofrecía 6 (seguía ofreciendo, pues no se había movido en su postura) La solución ya estaba: el precio era la media, es decir, 7. El vendedor ya no veía la oferta tan lejana, porque como le habían convencido para que pidiera 8. Realmente 7 estaba muy próximo al precio que supuestamente él pretendía cobrar. Con esta hábil maniobra, el comprador, con la inestimable colaboración de su mediador-socio, había conseguido hacer bajar al vendedor 3 mientras él solo había subido 1.
¿A qué viene esta anécdota? Pues viene a que describe perfectamente la forma de actuar de nuestras –autonomías-nacionalidades-casi estados-estados soberanos. Su estrategia es mantener abierta siempre la negociación. En cuanto consiguen un objetivo, que siempre termina cediendo algo el Estado, porque, como el mediador del trato de ganados, ya se encargan de crear el ambiente que consiste en la necesidad de diálogo. Diálogo que consiste siempre consiste en dar algo más. Un día un aeropuerto, otro una carretera, otro la competencia sobre el recreo de la escuela… El Estado, gobernado por incautos que no han visto jamás el mundo real, se aviene continuamente a dialogar, ¡cómo no van a dialogar con lo ‘demócratas-enrrollaos’ que son! Y así, la garrapata va trasegando la sangre del perro a su hinchada barriga. Cuando el Estado quiere darse cuenta, se encuentra famélico, sin un punto donde aterrizar en la Autonomía en cuestión.
Sin embargo, existe una técnica en Hacienda Pública que consiste en, de vez en cuando, hacer borrón y cuenta nueva y se parte de cero. Entonces, en lugar de partir de lo que hay y aumentar, se va analizando partida de gasto por partida de gasto y se ve si realmente está justificada. No saben ustedes lo que puede adelgazar así un presupuesto. Apliquen esta técnica a las autonomías. Quizá muchas competencias vuelvan al Estado.