Miguel Ángel Flores

Amboades

Miguel Ángel Flores


Vino, hostelería, turismo, Covid-19

22/06/2020

La realidad de la vida que estamos viviendo, ciertamente hace que la incertidumbre, sea la constante que vive la sociedad al completo, aunque en apariencia se nos cuente y se transmita que lo malo ya ha pasado y que la vida nueva es esta. Pero en verdad ¿esto el modo de vida nuevo? En verdad modestamente creo que el modo de vida nuevo hace que todo se retraiga, o por lo menos debiera ser eso si lo que se aprecia son los intereses más puramente humanos. Veamos, como realmente se encuentra la situación, para el vino según datos muy actuales en el campo según los ajustes de los mercados, muchos elaboradores (bodegas) con presencia en el extranjero que es buena parte de su economía interna  y sostén, al haber una bajada de consumos por la crisis internacional que se está produciendo, por lo que han previsto que van a reducir no el precio de compra a los agricultores (que quizá también) sino aún más drástico que no van a comprar uva o van a frenar sus cantidades de compra respecto de años anteriores, como lo han indicado por carta muchas bodegas de renombre a sus proveedores agricultores. Todo ello en medio de un necesario cierre, por la seguridad sanitaria de todos, de todo espacio abierto al público en verdad no necesario en extrema necesidad, como así ha sido el cierre de toda la hostelería abierta al público desde bares, restaurantes y hoteles, siendo esto un quebranto sustancial al uno de los sectores más importantes de la economía española.
El vino y la hostelería por cuestiones evidentes están muy unidos, y la lógica lleva a que si ha habido un cierre por parte de unos clientes de un producto, obvio es que esos proveedores también se han quebrantado, por la bajada casi total de sus ventas en ese sector durante muchas semanas, haciendo que las pérdidas para proveedores y compradores para terceros clientes hayan sido muy grandes. Y por extensión la baza mollar de la hostelería es el turismo íntimamente unido a la hostelería, y este sin ese esqueleto bien preparado complicado su movimiento y vida. Pero todo pivota, por algo nada controlable aún y es que la Covid-19 no se ha controlado ni erradicado, dando lugar a que la incertidumbre de la mayoría de clientes sensatos y con bolsillos muy exiguos por limitados recursos hacen que dejen de consumir, y ¿Si se vuelve a cerrar en otoño?