Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Malos

23/03/2023

22 de julio de 2011. Un joven simpatizante nazi asesinó a 77 personas, 33 menores de edad, en Noruega. La mayor masacre sufrida por el país escandinavo desde la Segunda Guerra Mundial. Por aquel entonces, buscando explicación a tanta barbarie, realicé una entrevista a una querida y brillante psicóloga clínica de Toledo, intentando dibujar un perfil de la personalidad de ese individuo. Ella fue clara: hay conductas que no responden a una patología concreta relacionada con la salud mental. Son malos. Existen. Y hemos de asumirlo.
Afortunadamente, las personas que llegan a estos extremos no abundan. Pero encontramos actitudes tóxicas a lo largo de la vida de muchos humanos, que constituyen una muestra más liviana de que la maldad es un hecho. Y, combinada con una dosis de mediocridad, genera un cóctel explosivo y altamente peligroso que va esparciendo semillas nocivas entre aquellos que son víctimas de su envidia e inquina. Si les pongo a prueba, queridos lectores, seguro que ustedes conocen a algún individuo, hombre o mujer, que responde a ese prototipo. No sólo no se alegran de los éxitos de quienes tienen cerca, no confundamos,  que tampoco ninguno somos santos y  tenemos derecho a no sentir simpatía por otros, sino que intentan hundir a su víctima a través de la difamación o la infamia. Ellos no triunfarán, da igual, pero lo que buscan es que su 'enemigo', esa persona a la que envidian, se hunda en la más profunda de las miserias. Quieren aniquilarle, aunque sea difundiendo mentiras, con tal de conseguir una satisfacción momentánea y que el ser objeto de su odio sea repudiado incluso a nivel social.
Una vez consiguen su objetivo, se buscan otro. Las personas malas, en su enorme mediocridad, no pueden consentir que alguien sobresalga por encima de ellas. No es que quieran lo que los otros tienen. Es que, como fijen su animadversión en otro individuo, lo que buscarán es que éste lo pierda todo. Y así una víctima tras otra. Pero les aseguro que ellos seguirán en la irrelevancia y en la intrascendencia.
Por desgracia, en los últimos tiempos, me he topado con mucha gente de esta calaña, ruin y miserable. Bueno, con más de la cuenta, que una ya tiene años y acumula experiencias de las que no siempre ha salido triunfadora. Más bien al contrario. La vida misma. Pero, sí, los malos se expanden con más rapidez que en una película de aliens. Y esa gentuza la da el pego. Igual que esos maltratadores que son considerados personas encantadoras por sus vecinos, ansiosos de su minuto de gloria.
Qué duda cabe que los peores enemigos son los de dentro. Recuerdo la frase de un concejal de Toledo que decía, con gracia, 'al suelo, que vienen los nuestros'. Es fácil entender una rivalidad sana entre compañeros, entre colegas, entre iguales. Pero nunca se han de consentir los abusos, las mentiras, las infamias, las difamaciones. Eso se debe perseguir en una sociedad que luego se echa las manos a la cabeza ante las consecuencias provocadas por la maldad de seres que no hacen sino dañar las entrañas de la sociedad y del sistema. No todo vale. Y, qué quieren que les diga, me pongo del lado de los honestos frente a los miserables que buscan dañar a otros simplemente porque no poseen ni su carisma, ni su capacidad, ni su talento.

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