Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


Emergencia climática

27/09/2019

Sí, es cierto, el asunto (tema según la moda) del clima es preocupante. No ahora. Hace tiempo. Aún muchos comunicadores o periodistas no saben diferenciar lo que es el tiempo y el clima, pero como ahora se ha puesto de moda, parece que la cosa empieza a interesar. Hace años, recuerdo, le tocó el turno a la caza de ballenas, el agujero de la capa de ozono, y la energía nuclear con Chernóbil y lo de los vertidos de residuos radiactivos en la fosa del Atlántico, esos bidones que los ingleses, franceses y no sé cuantos más echaban frente a Galicia. Se consiguieron resultados, no los suficientes, pero demostraron que la opinión pública, al menos la occidental, el primer mundo, podía posicionarse y torcer algunas inercias. No muchas, también hay que decirlo.
Lo del clima es otro asunto. Nos vamos a tener que acostumbrar a vivir con unos cuantos grados más en verano, unas decenas de centímetros más en el nivel del mar, más huracanes, ciclos secos y sequías profundas, gotas frías... El planeta se lleva calentando milenios, con sus recaídas conocidas, pero el acelerón de las últimas décadas no hay quien lo pare. Porque esto del clima es como parar un barco a todos los nudos que da, y que se va contra el muelle. No hay frenos, se trata de parar al menos, y que se vaya reduciendo la velocidad e intentar minimizar el desastre. Aún ni siquiera somos capaces de parar la máquina, como para que planetariamente nos planteemos frenar, revertir la situación.
El mundo se lleva jodiendo años y años. He visto secarse veneros, manantiales, ríos. Ya no bajan con el invierno los bandos de torcaces, y sólo pocas aguanieves. Se retiran las encinas y alcornoques, sube hacia el norte el acebuche querencioso de clima seco y extremo. Los melojos lo pasan muy mal mediado el verano; y qué decir de los miles de millones de aves que han desaparecido, extinguidas por venenos, pesticidas, los mismos que después nos comemos. O los plásticos, las basuras por doquier... Y la destrucción del mundo rural, de sus formas de vida, oportunidades... Vamos tarde, muy tarde. Para mí demasiado tarde.
El primer mundo podrá poner parches, soluciones a corto plazo. Sálvese quien pueda. Pero, ¿y los países en desarrollo o los condenados? ¿Quién reparte la cada vez más escasa agua de los ríos internacionales? ¿Quién limpia el mar? ¿Quién pone orden a escala mundial, los países más contaminantes que se pasan por el forro lo del cambio climático? Y, lo más importante, ¿quién y con qué autoridad pone freno y orden?
Llevo muchos años viendo cómo se desprecia y se utiliza lo natural. No soy pesimista, pero sí sé de la condición humana. Voy ya por muchos lugares, más que abriendo los ojos ante las sorpresas, lamentando las ausencias, con la sensación de pérdida que Finch-Hatton seguramente experimentaba sobrevolando una África invadida por el progreso. Espero que esto del clima no sea una moda de otoño-invierno, y acabe transformado en negocio. Que chicas y chicos se expresen, pidan, obliguen y exijan un futuro que les corresponde, es lo único que me vale ya. Somos humanos, seremos un segundo en la historia de este planeta. Quizá, si lo intentamos todos, duremos un poco más.