Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


Los relatos de la verdad

17/04/2020

La única verdad sigue siendo la primavera más allá de la ventana. Las cigüeñas pasan entre los bloques de viviendas, vuelven de lo que queda del Prado del Arca. Pasan entre escuadrones de vencejos suicidas que vuelan y vuelan, a lo suyo, que es la primavera y son del viento. Los aviones hacen nidos de barro bajo los aleros. Barro sobre ladrillo. Al final todo viene a ser lo mismo. Y llueve, ahora mismo las nubes explotan sobre el piedemonte de la Sierra de San Vicente, entre Cervera y San Román, y lo deben estar inundando todo con una lluvia nutricia, de esas lluvias que pulen de vida el granito y los verdes nuevos de las cornicabras y los enebros, y que otras primaveras he ido a buscar. Las cercas de piedra deben estar tomadas por ombligos de venus y los regatos deben bajar con un soplo de agua. Llueve como en la primavera de 2004, como en el abril de 2004, y todo se va pareciendo un poco, algo difuminado, como los arco iris que se suceden a levante, enmarcando el amarillo vivo de los campos de colza, y la barranca de las águilas, con sus filas de los almendros que bajan en la distancia como un ejército; barrancas negras de coscojas y meloncillos, acorazadas en su tiempo de arena y ferocidad.
Por las noches salgo al balcón y escucho el canto de los ruiseñores. Aún hace frío. Huele a azahar y agua del Atlántico, del mar de los Sargazos o más allá. De madrugada ahora todo es silencio. Sólo la lluvia, sólo los ruiseñores emboscados en la Barrosa o los zarzales de las huertas. Poco va quedando de verdad. Es tiempo de inventar relatos, de dulcificar la verdad, de esconderla, de amoldarla, de censurarla, de pervertirla, de aprovecharla, de inventarla, de sufrirla –sobre todo sufrirla–. Tiempo de pactos para ocultar incompetencias, todos a una y eso. Los mediocres se van posicionando, cada uno en su bando. La gente observa desde las ventanas. Tiempos de miedo. Tiempos relámpago. Tiempos de montaña rusa hacia abajo, deprisa, no se ve el final. Tiempos azules, tiempos que se cierran como las nubes ocultan a Venus cada noche cuando va a caer sobre la raya vibrante de Gredos.
Tiempos para no escribir. O escribirlo todo. Dylan canta Murder Most Foul en la radio. Y me quedo mirando el vuelo de los vencejos. Girando y girando. ¿No crees que la tarde se acaba? No importa, vendrá otra. Como llegará otro abril. ¿Otro abril de lluvia, como los antiguos? Quizá. Todo es cuestión de paciencia.