Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


No desecharon los bueyes…

19/11/2021

Si nuestros abuelos en lugar de ser hombres sensatos hubieran sido unos ilusos, como gran parte de la generación actual, cuando oyeron que habían inventado unos artefactos que funcionaban con petróleo que tiraban de los arados, hubieran desechado bueyes, caballos, mulas, burdéganos y asnos y hubieran provocado una hambruna que habría diezmado la población. Porque esos primeros tractores tenían un rendimiento poco fiable, un día funcionaban y tres no, su potencia era realmente escasa y tenían mucho que mejorar.
Como la escasez con que entonces vivía la inmensa mayoría de la población les hacía vivir la realidad tangible, sin sueños estúpidos, fueron sensatos y comenzaron combinando sabiamente la tracción animal con la mecánica, hasta que esta última tuvo la eficiencia suficiente como para poder prescindir de los animales.
Nuestros ilusos gobernantes, al contrario que nuestros abuelos, han creído que la energía solar, la eólica y todo lo que llaman nuevas y limpias energías podían suplir de una tacada a todo el sistema antiguo, sucio y  peligroso y se han echado demasiado pronto y en demasiada medida  en manos de lo que innegablemente es el futuro, pero aún no es presente y han descuidado las fuentes tradicionales. No recuerdo desde cuando no se construye una central nuclear en España y seguramente en la mayoría de los países. Realmente si a algún gobernante español se le hubiera ocurrido tal 'monstruoso pecado' hubiera sido defenestrado de inmediato por crímenes contra la Naturaleza a manos de la progresía autosuficiente.
Pero ocurre que la energía eólica solo funciona si sopla el viento y el viento de vez en cuando se calma, quizá para recordar a los ilusos que no es ninguna fuente continua, porque deja de soplar y se va la luz. Ocurre que la energía solar o fotovoltáica hace lo mismo: se nubla el cielo y todo el mundo a oscuras.
Ocurre que nuestros principales suministradores de gas son poco fiables: rusos, argelinos vía Marruecos y personajes similares que no dudan en ponernos el pie en el cuello si ven que nos falta el aire; y ocurre que China, que hace unos pocos años no necesitaba gas ni petróleo porque no tenía quién lo consumiera, ahora es un monstruo imposible de saciar con las más de mil cuatrocientos millones de bocas que tapar.
El resultado y la realidad tangible es que el precio de la energía ha pasado de los 45,83 euros el megavatio hora de 2010, a los 209,78 de octubre de este año, es decir, se ha multiplicado por cinco, y eso que los sociatas de Pedro Sánchez y los podemitas de Pablo Iglesias, querían intervenir las eléctricas cuando el megavatio-hora estaba a setenta euros. Es lógico, entonces gobernaba la derecha…
La consecuencia es que los países serios han recogido velas y han vuelto a sus orígenes: Alemania a las centrales térmicas de carbón, que para eso lo tienen y Francia a la energía nuclear, que para eso después nos la vende. España, como toda medida, pide auxilio a la Comunidad Europea sin saber qué tecla tocar, y mientras tanto los españoles levantándose a media noche para lavar los platos porque durante el día no hay quién enchufe un electrodoméstico. Esta es la situación a que nos han llevado gentes con título de doctor, aunque sea plagiado. Nuestros abuelos, analfabetos, no hubieran hecho eso jamás.