El Ministerio de Agricultura puso ayer sobre la mesa el borrador del Plan Hidrológico de la cuenca del Tajo. Un documento que viene a dar un vuelco a la concepción del río perpetuada hasta ahora (la del Tajo como reserva hídrica del Levante) y que marca las bases para cumplir los objetivos medioambientales de la Unión Europea en un plazo de 25 años. Por un lado prácticamente se duplican las reservas de agua no trasvasable en los pantanos de cabecera y, por otro, se vuelve por primera vez la vista a las necesidades de abastecimiento de la región, incluyendo niveles mínimos de caudal en las dos principales ciudades por las que discurre el río, Toledo y Talavera.

Empezando por la cabecera, el borrador del plan propone una reserva mínima de agua de 400 hectómetros cúbicos en Entrepeñas y Buendía, frente a los 250 actuales.

Un límite que busca atender las nuevas necesidades de abastecimiento de Madrid y Castilla-La Mancha (el plan vigente está fechado en 1998, antes del «boom» demográfico de la primera década del siglo) y, también, satisfacer las exigencias de aprovechamiento turístico de estos pantanos por los pueblos ribereños, que recuperarían en un plazo máximo de 5 años en anteriormente conocido como ‘mar de Castilla’. Como recoge el texto, la cuenca alta del Tajo (que llega hasta Talavera) genera el 45 por ciento de los recursos hídricos del río, pero consume el 85 por ciento de los mismos.

En un simple vistazo al histórico de la reserva hídrica de Entrepeñas y Buendía (incluido en este borrador) se puede apreciar que la consecución de esta ‘lámina’ de 400 hm3 de agua no trasvasable supone, de facto, la liquidación de los trasvases al Segura en años de fuerte sequía, como la sufrida a principios de los años noventa del pasado siglo.

La implantación de este límite de agua será inmediata -una vez que se apruebe este plan- si las reservas de los pantanos de cabecera superan los 900 hm3. Si no fuera así, se implementará en un plazo de cinco años.

Además de garantizar la lógica preferencia de la cuenca del Tajo sobre otras cuencas a la hora de distribuir los recursos del río, el borrador presentado ayer cita expresamente el abastecimiento de la llanura manchega, Ciudad Real y Puertolano, dentro ya de la cuenca del Guadiana. Una mención que se materializa con el compromiso de los  Gobiernos ‘populares’ de finalizar las obras de la conocida como tubería manchega, que conecta el Tajo con los acuíferos sobreexplotados del Guadiana.

Talavera y Toledo.

Otro de los hitos de este texto es la consecución de un caudal mínimo para el río a su paso por Toledo y, sobre todo, Talavera de la Reina. En concreto, la propuesta del Ministerio fija en 10 metros cúbicos por segundo el caudal mínimo del Tajo a su paso por ambas ciudades. Una marca importante si se tiene en cuenta que en los meses estivales el cauce del río apenas transporta dos metros3 a su paso por la Ciudad de la Cerámica.

Y aunque se mantienen en seis metros cúbicos el caudal ecológico fijado en Aranjuez (un punto crítico al incorporarse al Tajo las aguas residuales de Madrid), el borrador apuesta por dedicar el mayor montante inversor a la mejora de la calidad de las aguas. El contenido de nitrógeno y fósforo en las aguas residuales de Madrid, aún cumpliendo la normativa, impide alcanzar aguas abajo los objetivos exigidos por la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea. Sólo el 52 por ciento de las masas  superficiales del Tajo están en buen estado, según confirma Agricultura.

En total, se dedicarán unos 4.000 millones a inversiones en toda la cuenca del Tajo hasta el año 2027, 62 por ciento de ellas destinadas a la mejora del tratamiento de aguas residuales y saneamiento. En Castilla-La Mancha la inversión llegará hasta los 1.100 millones, tal y como informa la Junta.