Todo apunta a una nueva toma de posesión de Pedro Sánchez en el Gobierno de España en unas condiciones de humillación y vergüenza nacional jamás vista, ni en los peores momentos de la centenaria historia española.
Pero esta situación es patrimonio de todos. ¿Como era? Entre todos la mataron y ella sola se murió. Hola habrá muchos que escurran el bulto. Pero, el miedito, la pereza y el empeño en lo imposible, nos han traído estos lodos de los que difícilmente podremos salir.
El miedo escénico, lo llaman. Ese que se achaca al temblor de piernas de forma inconsciente ante un entorno de incertidumbre y, por qué no decirlo, esa reticencia, promovida por una vorágine mediática e irracional a que llegara al gobierno Feijóo. ¿La razón? Que era un futurible presidente serio, al que no le gusta que le toquen las narices y que, por lo que parece apuntar, le revienta que le toquen la Constitución.
Y, es que, la igualdad y la solidaridad entre los territorios españoles se ha puesto a subasta, estamos entre una condonación de 15.000 millones de la deuda catalana o la mutualizacion de los 73.000 millones que supone toda, repito, toda la deuda catalana.
Aquí, en Castilla-La Mancha no andamos descalzos. El prócer castellanomanchego ha quedado retratado en todos los medios nacionales ante su verborrea hueca, a cambio de no hacer nada. Tras meses de darle pábulo, de perdonarle lo imperdonable, de concederle árnica sin merecerlo, ahora todo el mundo podrá conocer su verdadera cara. Una deuda galopante de 11.000 millones de euros. ¿Qué te parece? Todo un modelo de gestión de malgasto vertiginoso y servicios infrautilizados y peor gestionados.
No nos rasguemos mucho las vestiduras, pues las necesitaremos para taparnos las vergüenzas y arroparnos ante las frías semanas que nos acechan. Estaremos aguantando estopa, nos obligarán a tragar con ruedas de molino, e incluso habrá mucho síndrome de Estocolmo, incomprensible, de aquellos que caerán en la trampa de ayudar al desvalido gobierno socialista que se descompone.
La siguiente estación debería ser, como en Francia o en Grecia, la desaparición del socialismo español, por traicionar sus principios fundacionales por intereses personalistas. Mientras, algunos les seguirán dando aire con repertorios que excedan la legalidad y quieran ser más populistas que los propios de Pablo Iglesias.