Nuestro posturitas ha desafiado, como en los wéstern de Marcial Lafuente Estefanía, a Feijó y a todos los de su calle a un duelo a muerte en OK Corral Moncloa, solo que sin revólveres. Nuestro aspirante no dice lo que piensa, porque todo lo que vaya a decirle o prometerle el perdonavidas de nuestro presidente podrá trucarse mañana si le conviene por un plato de lentejas. Su lengua envenenada prometió millones y millones de veces que nunca jamás se aliaría con Podemos ni con Bildu ni con los separatistas, y antes de que nos hubiéramos dado cuenta había sentado al Iglesias a su derecha para que le atrajera a todos éstos. El podemita se puso a ordenar la televisión española y algunos otros medios, pero era tan ridículo el mensaje que consiguió dos efectos: el primero que todo el mundo se pasara a las televisiones que lo criticaban, dejando sin audiencia a la 1, y luego, tanto decir que viene el lobo, la gente se cansó de esperar que devolviera, aunque hubiera sido solo un mes, el exceso de los 3.000 € que prometió. Luego lo de siempre, el podemita se fue con otra, y pensó que dejando a su ex novia al lado del presi, Podemos aguantaría la posición. Pero todas las chorradas y las estúpidas leyes que le impusieron a Sánchez, no solo hundió a Podemos, sino que dejó a éste atado a una farola una noche de tormenta como fue el 28 de mayo pasado. Coraje sí que tiene, y como todos los tahúres, saca una carta de la manga justo en la última partida, esperando que un 23 de julio España se vaya de vacaciones para que no voten. ¿Puede ganar?, pues no le diría yo que no, pero como no gane ni aliándose con los caraduras de Bildu y los separatistas catalanes, va a pasar a la historia reciente de España como el más chulo del barrio, sin más. 
Pero con tanto cambio, tanta promesa, tanto perjurio, y tanta traición, en su propio partido le han empezado a crecer los enanos. Los gloriosos del PSOE, imbatibles, inasequibles al desaliento, que pasarán a la historia como los héroes del 78, han hecho una plataforma para hundir a Sánchez. Guerra, Corcuera, González, Leguina y una legión de socialistas van a la contra. ¡Hasta Sabina!
¿Cómo es posible que los dirigentes del partido socialista aconsejen votar a la derecha? Por supuesto que no quieren que salga la derecha, pero lo que no quieren de ninguna de las maneras es que éste se atornille al sillón. Les puede más su honradez y su progresismo de izquierdas, les puede más España que un vendedor de mantas. En el 82 ganó el progresismo, después de años de dictadura, y todos estos no miraron para atrás. Fueron generosos, honrados y ambiciosos con nuestro futuro. Nos metieron en Europa, en la OTAN, y nos pusieron en el mapa del mundo. Eso sí es progresismo y no una palabra que en la boca de todos estos no es más que una palabra sin contenido real.
Ahora dice el presidente que los españoles somos tontos, y que han votado en su contra por eso. Pues bueno, a ver qué pasa si somos tontos de verdad.