Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Sobre el cambio de ciclo

31/05/2023

Sí, definitivamente el cambio de ciclo político está en marcha. Se ha visto a las claras en las municipales y autonómicas del pasado domingo, y lo ha certificado Pedro Sánchez con la convocatoria de elecciones generales para dentro de unas semanas. Y que nadie lo dude, Emiliano García-Page también está ante un fin de ciclo, el que ha protagonizado con Sánchez en la Moncloa durante estos años. Todo podría ser diferente ahora y él, con su mayoría absoluta, siendo prácticamente la única nota victoriosa en la debacle socialista del 28M, tendrá algo que decir en la marcha futura del PSOE.
Los pronósticos podrían fallar y que le cambio sea para más de lo mismo, pero pocos pronostican a estas alturas algo distinto a Alberto Núñez Feijoo en la presidencia del Gobierno después del verano aunque la última pirueta de Sánchez tiene como objetivo aminorar el desastre o incluso evitarlo. Si el desastre pronosticado se cumpliera, sonará el momento de la catarsis en el PSOE  y de que hombres como el presidente de Castilla-La Mancha tomen la palabra desde una autoridad electoral apabullante. Su victoria en las elecciones del pasado domingo ha sido sufrida y trabajada. El perfil de su principal contrincante, Paco Núñez, fue subiendo exponencialmente a medida que se acercó la fecha clave, y sobre todo desde que en la dirección nacional de su partido vieron como factible la posibilidad de conquistar el Palacio de Fuensalida y comenzaron a pasear a su candidato castellanomanchego por los medios de comunicación de alcance nacional con el relato del eje del éxito con Madrid y Andalucía, aunque a nadie se le escapaba que aquí para llegar al gobierno tendría pactar con Vox sí o sí, lo cual acercaba a Castilla-La Mancha más al modelo de Castilla y León, donde la relación con Vox está lastrada no con pocas aristas y nada tiene  que ver aquello con las solidísimas mayorías del partido de la gaviota en Madrid y Andalucía, los dos territorios, por cierto, que certifican ser el gran puntal del nuevo poderío azul en el mapa político español. El futuro de Núñez, por lo demás, es incierto y más bien tirando a poco proclive a sus intereses de seguir al frente del PP en Castilla-La Mancha. Este ha sido el segundo intento, le ha faltado poco, pero no para ganar las elecciones sino para poder acceder a algún tipo de pacto que le pudiera llevar al poder, y no es lo mismo una cosa que la otra.
Mientras Emiliano García-Page se consolida en su poder indiscutible en Castilla- La Mancha, en una nueva versión de lo que fue José Bono, y consolida además su opción ideológica por una socialdemocracia sin estridencias dentro de un PSOE hecho trizas a punto de todos los replanteamientos, el futuro de Paco Núñez es mucho más incierto. Si García-Page podrá elegir entre quedarse al frente del gobierno regional o dar algún tipo de salto a la política nacional en algún momento de lo que se nos puede avecinar, lo de Paco Núñez pinta ya a  que tendrá que ponerse a disposición de su partido para lo que quieran encomendarle, aceptar alguna compensación como las listas para las próximas elecciones generales, o integrase a la vida civil. No hay que perder de vista además que la inesperada conquista de la alcaldía por Carlos Velázquez, su antiguo rival en las primarias, convierte a la ciudad y a la provincia de Toledo en un baluarte alternativo. Si Núñez y Velázquez han sido amigos ultimamente lo han sido en virtud de un pacto de conveniencia en función de intereses coincidentes. En cualquier caso, lo que pase en el PP a nivel regional será guionizado desde Génova y pensando en buscar algún tipo de alternativa a este PSOE "emilianista" que ejerce en la región como una suerte de partido regionalista que se confunde con el terreno como ningún otro, transversal y absolutamente imbatible, salvo el paréntesis de María Dolores Cospedal con José María Barreda en la presidencia y con una crisis económica que colocó las cuentas autonómicas en estado de quiebra total
De momento el emilianismo se consolida aquí a modo de exponente político peculiar en una suerte de Aldea Gala en la que García- Page, tal que Asterix,  resiste la embestida de un cambio de ciclo que tiñe el mapa político de azul con pinceladas verdes, aunque en su caso las relaciones polémicas y tirantes con su propio jefe de filas, que tarda bastante en enviarle un mensaje de felicitación si es que lo hace, y su propia identidad transversal, le sitúan en una tierra propia que le ha favorecido con total nitidez en una excepción a lo ocurrido en toda España.