Echas la vista atrás y parece que fue ayer cuando comenzó la temporada que este domingo termina en Illescas, como si del curso escolar se tratase, con la pena de no poder hacer más exámenes para intentar aprobar.
Una temporada que llegaba cargada de ilusión, con las energías renovadas por la llegada de una nueva propiedad, por comenzar sin una deuda histórica que siempre había sido un lastre y porque todo lo que giraba en torno a lo deportivo, con una superpretemporada. Parecía perfecto, pero nada más lejos de la realidad.
Por diferentes circunstancias, de las que ahora prefiero pensar que solo nos sirven para crecer y aprender y que prefiero no recordar pero tampoco olvidar, toda esa ilusión y ese optimismo que servía como eslogan para la temporada, se truncaron. A cada jornada que pasaba, peor era la situación deportiva, y los resultados se llevaban por delante técnicos, jugadores y hasta dirigentes.
Todo esto, en cualquier otra entidad, hubiera servido para seguramente suponer la desaparición de algo histórico. Pero el CD Toledo y su propiedad se negaron a bajar los brazos, y desde la creación de un nuevo consejo de administración, un nuevo director general y un pulso firme para buscar las mejores soluciones, se fueron dando pequeños pasos de gigante.
Pasos que no han logrado superar el lastre de una primera vuelta para olvidar, pero que han valido, a ciencia cierta, para muchas otras cosas positivas, y, como decía al inicio de esta columna, para lo más importante, desaprender y volver a aprender de nuevo.
En los métodos de aprendizaje, siempre los docentes hemos estudiado y utilizado el método de ensayo y error, un método que potencia la creatividad y que considero que el CD Toledo, de manera inconsciente, ya que nunca pensó que el error fuera tan estrepitoso, ha utilizado en estos escasos cuatro meses del año 2023.
Y a estas alturas, y más metidos en el mundo de la enseñanza a través de símiles, toca llegar a la evaluación, la cual para mí personalmente aporta aprendizajes significativos, pero en la que no quiero entrar a valorar. Eso sí, estoy convencido que después de desaprender, se está haciendo un trabajo hoy invisible, pero muy visible a corto plazo, que dará respuesta a los tantos miles de aficionados que han vuelto a sentir el latir verde de su corazón. Y aquí, y aunque las notas numéricas no estén de moda, el CD Toledo sí que ha sacado un 10. ¿Lo sacará la afición en la próxima campaña de abonados?