Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Revisionismo culpable

03/03/2023

Esto de revisar acontecimientos, comportamientos, creaciones artísticas e incluso textos bajo la lupa de un nuevo tiempo sin tener en cuenta el contexto social, cultural e histórico del momento de su creación no deja de ser un arma política de gran efectividad, cuando no una estrategia de marketing bien diseñada. Pero también un arma de doble filo. 
La última polémica la ha declarado la editorial encargada de las publicaciones de Roald Dahl, autor de innumerables cuentos infantiles con los que miles de niños se han criado en este mundo, anunciando que cambiaría algunas palabras que podrían ser hoy ofensivas, para no herir sensibilidades. Les recuerdo que es autor de obras como Matilda, o Charlie y la fábrica de chocolate, que han sido llevadas al cine. A alguien de esa editorial no le ha debido gustar que se use el término «gordo» y pretenda cambiarlo por el de «enorme». O que se llame a una directora de colegio «cara de caballo».
Cuentos, novelas, textos que reflejan la sociedad y pensamientos de una época. Que nos ayudan a entender, por mucho que sea criticable, un contexto histórico, social y cultural, con el que hemos podido fijar un punto de partida para poder decir: «avanzamos, progresamos, evolucionamos».
Las descripciones de los personajes de Dahl responden a unos estereotipos, cierto, pero con los que los niños entienden un poco mejor este mundo en el que nos cuesta cada vez más expresar lo que sentimos, y lo que pensamos.
Mancillar y tergiversar esas palabras no hacen sino darles un significado bien distinto del que pretendía el autor, con un motivo. Es un ejercicio de censura absurda que no creo que beneficie a nadie, por supuesto al autor, pero tampoco al lector. ¿Que no quieren ofender? No publiquen, pero no cambien. ¿Se sienten culpables? El autor no. Hay otras fórmulas. Podemos enseñar a los lectores, padres con sus niños en muchos casos, a entender ese contexto. Pueden escribir un anexo en el que expliquen que no todos los ricos comen mucho y están gordos, o no todas las maestras de escuela son malvadas. Pero en esas páginas esos personajes cumplen una función.
Los principales filósofos que conocemos, pilares del pensamiento occidental, desde Aristóteles hasta Kant, dijeron y escribieron frases denigrando a la mujer en prácticamente todas las facetas de la vida. ¿Despreciable? ¡Claro! ¿Debemos eliminar toda su obra entonces? Claro que no. Ni siquiera adulterarla para que no nos haga daño en esta sociedad hipersensible. Debemos aprender. Y enseñar. Que aquello se escribió en un contexto en el que el machismo era como respirar el aire. Y que apelar a un rasgo físico para la burla o creación de un personaje ayudaba a entender estereotipos y conductas.
Es el revisionismo culpable, o de cómo la tiranía de lo políticamente correcto corrompe hasta los textos más clásicos. Y debemos huir. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué será lo siguiente? ¿Quemaremos los libros?