Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


El día de mañana

30/05/2023

A esta columna le hubiera encantado ser la columna de mañana. La del día treinta y uno, jornada en el que los castellanomanchegos de nacimiento y corazón celebramos el Día de la Región. Quien la firma declara que ha sido respetuoso con el calendario adjudicado, y que no ha querido molestar con esta cuita a su querido director para saltar un día esta publicación. De haber actuado así, se había tildado al firmante de okupar un espacio tipográfico que no le correspondía, y disfrutar de los privilegios de la nueva Ley de Vivienda. La tentación era muy grande, pero se han superado los peligros que comporta dejarse guiar por el ansia viva.
Hablar sobre el Día de Castilla-La Mancha tiene su cosa -como bien sabrá el lector-, aunque sea hoy. Mañana sonarán himnos, los ayuntamientos se engalanarán y los ediles lucirán su mejor rostro. Los que siguen, porque siguen. Los que se vayan a su casa, tendrán que disimular como puedan su nueva realidad. O no -ya veremos-, que las cicatrices del pasado domingo aún están muy abiertas, y son de difícil digestión para quien no le haya ido bien.
Las de mañana son horas para sentirse más castellanomanchego que ningún día. Momentos para engolar la voz y hablar de la Comunidad, de la región, de su comarca o de su pueblo con algo más de pasión. De ensalzar ese sentimiento que, en teoría, nos une cada día más y que se ha solidificado con el paso del tiempo.
Quizá también -y sería deseable-, para descubrir y bucear aún más en ese sentimiento. Para ahondar más en él, profundizar en sus raíces, y defenderlo dónde, cómo y cuándo sea necesario. Eso también es hacer región. Seguramente, porque cualquier sentimiento sano y auténtico debe desbordar y ensanchar las fronteras terrenales. Transformar un anhelo, un deseo y un espíritu en una actitud vital -con una sensibilidad propia pero nunca excluyente-, es hacer región y también nación. Lo contrario sería achicar y alambrar las lindes de esta tierra universal. Sin límites de espacio ni tiempo.
En la retina de quien rubrica la columna de esta víspera festiva, están aquellas primeras celebraciones de ensalzamiento regional. Con la sangre juvenil de aquellos años, su primera cita con el día de la región está en Guadalajara, en el ochenta y cinco (un año antes no pudo ir a Alcázar porque estaba haciendo la mili y no le dieron permiso). Aún recuerda el por entonces aspirante a periodista aquel concierto de Alaska y Dinarama, y la exitosa corrida de toros con el añorado 'Yiyo'. También a Pepe Bono y a Guerra, juntos.
De igual modo, y si cabe con especial cariño, recuerda aquel día de la Comunidad en Consuegra, unos pocos años después (ya con la blanca en el bolsillo, por cierto). Inolvidable aquella jornada, aquella Tercia, y aquella febril ilusión por sentir la tierra como nunca.
Mañana es un buen día para cerrar los ojos. Recuperar recuerdos y soñar con lo mejor que deseamos para Castilla-La Mancha. Un encantamiento de tierra, que diría el mago Frestón.