Hijo Predilecto en la Mozarabía

J. Monroy
-

Mario Arellano, toledano nacido en la calle de la Feria y formado en la Escuela de Fábrica de Armas, sigue a sus 95 años investigando la historia y la genealogía mozárabe, lo que le ha servido para recibir la distinción de Hijo Predilecto

Mario Arellano. - Foto: Yolanda Lancha

A sus 95 años y pleno de sentido del humor, en casa de su hija Alicia, el nuevo Hijo Predilecto de Toledo, Mario Arellano, sigue trabajando con su ordenador, sigue investigando sobre Mozarabía. El trabajo pausado y constante, junto a la paciencia de su mujer, bromea Alicia, han sido claves en la vida de Mario. A ello hay que sumar, aunque ella no lo diga, la modestia, una modestia que le lleva a confesar, casi en voz baja, que no entiende muy bien por qué el Ayuntamiento le nombra hijo predilecto, quizás por su amor a Toledo. Aunque se siente muy halagado.

Mario es toledano de toda la vida, tan toledano que nació junto a la Catedral, en la calle de la Feria, hoy Chapinería, para trasladarse de inmediato a Bodegones y de ahí a Virgen de Gracia. Lo hizo, sin que lo supiera por entonces la familia, como lo ignoraban por entonces tantas otras en la ciudad, con orígenes mozárabes, una parroquialidad que no es territorial como otras, sino personal. Mario reconoce que llegó a la Mozarabía como consorte, la mozárabe era su mujer. Fue tiempo después, investigando la genealogía mozárabe, cuando también descubrió ascendencia suya procedente de Almonacid de Toledo.

Mario Arellano fue aprendiz de la Escuela de la Fábrica de Armas, de donde salió tornero. Pasó por Pegaso y la transformación de plásticos. Trabajó en la orfebrería. Pudo acabar viviendo en Madrid o Barcelona, donde estuvo viviendo. Pero optó con su mujer por volver a su ciudad «porque es lo que nos gustaba», para trabajar con sus suegros en Casa Córdoba, en plena plaza de la Magdalena. Allí conoció a toda la ciudad.

Mozarabía. Ydespués llegó el trabajo con la Mozarabía. Su mujer era feligresa mozárabe y «comenzamos a meternos en este berejenal». Antes de llegar a Toledo, Mario no tenía idea de este asunto, y nunca llegó a imaginarse que fuera a escribir un libro. Pero José Antonio Dávila «me envenenó y me enseñó lo poquito o lo mucho que sé, se lo debo todo a él». Y a partir de ahí siguió leyendo e investigando, hasta ahora.

Por aquel entonces, no existía siquiera la Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes, los mozárabes estaban a punto de extinguirse. José Antonio Dávila, Jaime Calomina y Balbino Gómez-Chacón fueron sus promotores en los años sesenta y los feligreses de las dos parroquias mozárabes acogieron muy bien la idea. En realidad, no fue una creación como tal, sino que se revitalizó la hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza de San Lucas para aglutinar a las familias mozárabes que ya existían y las que se fueron incorporando.

El primer trabajo de Mario Arellano, junto a Dávila, de la mano con la hermandad, fue un Padrón para recuperar las familias mozárabes que se habían perdido. Aquello les costó «muchísimo trabajo», dado que cuando comenzaron a investigar «familias mozárabes había muchas, pero conocidas y empadronadas en la Feligresía, muy pocas». Tuvieron la suerte de contar con el entusiasmo de los cardenales de la época, que dieron todas las facilidades, con lo que pudieron ver todos los libros parroquiales. A partir de las partidas de bautismo y otros documentos de las parroquias, hicieron las genealogías, hasta llegar a las más de mil familias actuales en todo el mundo. Mario sabe que todavía hay más, pero habrá que seguir haciendo genealogías.

Más trabajo. La hermandad trabajó en la purificación del rito y logró ofrecer los misales a Juan Pablo II en 1992. Mientras tanto, Mario siguió investigando y escribiendo libros sobre la capilla Mozárabe, el cabildo de Párrocos o Santa Justa. Pero sobre todo ha trabajado y sigue trabajando en Crónicas Mozárabes, el boletín de la hermandad, de la que lleva cien números como director. En todos sus números consigue publicar genealogía mozárabe.

Otro hito organizado por Mario Arellano en 1975 fue el I Congreso de Estudios Visigóticos Mozárabes, de carácter internacional, que dio origen al Instituto Mozárabe. Del Congreso salieron más de treinta libros.

Arellano también es académico de la Real Academia de las Letras y Ciencias Históricas de Toledo, así como fundador y comendador honorario de la Sociedad de Estudios Heráldicos y Genealógicos, entre otras.

Hoy el Toledano de Honor se muestra contento por el presente de la hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes, que poco a poco se va ampliando. Y también por la situación cultural de la ciudad y por sus actividades.

Y sigue trabajando a diario en sus investigaciones genealógicas y transcribiendo documentos antiguos. Más allá, Mario Arellano ha pedido ya a varios arzobispos la celebración de un congreso sobre música mozárabe, antes de que se pierda la tradición oral. Cierto es que queda documentación en las parroquias, pero tienen que ser los expertos quienes la interpreten, porque «hay música escrita, pero el problema es que no sabe leerla nadie».