Leche: tiempo de negociaciones

Vidal Maté
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Industria y ganaderos discuten precios para los próximos meses en un contexto marcado por un consumo estabilizado, mucha marca blanca barata y elevadas importaciones de quesos

Leche: tiempo de negociaciones - Foto: David Pérez

Industria y una parte muy importante de los menos de 10.000 ganaderos que siguen todavía en el sector del vacuno de leche han iniciado, individualmente o a través de sus organizaciones, las negociaciones para la fijación de los precios de la leche para los próximos meses. Estas negociaciones vienen marcadas, de entrada, por las diferencias tradicionales de poder entre el ganadero y la industria a pesar de la Ley de la Cadena, por la que, sobre el papel, se obliga al comprador a pagar un precio que al menos cubra los costes de producción. Igualmente, estos pactos se verán afectados por el estancamiento de la demanda, que ha dado lugar a excedentes en manos de las industrias. A todo ello se suma la entrada masiva de productos de otros países comunitarios, tanto en forma de leche como de diversos derivados lácteos, y el peso de la marca blanca de la distribución, a cuya cabeza se hallan las firmas francesas Carrefour y Alcampo junto a Mercadona en un momento de crisis económica que afecta a la demanda.

En este contexto, en las negociaciones de los precios de la leche para los próximos meses, las ofertas con las que han arrancado las industrias presentan unas reducciones de entre dos y cuatro céntimos sobre unos precios medios actuales en origen que rondan los 0,51-0,52 euros frente a los 0,60 que se registraban hace un año. A pesar de esta reducción de los precios, a favor de los ganaderos han jugado la bajada en las cotizaciones de los cereales, si bien en su contra se hallan las subidas de otros gastos importantes, desde la paja a los forrajes. En todo caso, unas cifras que se consideran insuficientes por parte de los ganaderos pensando en la sostenibilidad y el relevo generacional de las explotaciones.

Los precios pagados actualmente a los ganaderos españoles son, sin embargo, ligeramente superiores a los percibidos como media por los ganaderos en toda la Unión Europea, que actualmente rondan los 0,46 euros por kilo con unos costes de materias primas similares, pero con unas estructuras productivas más eficientes que les permiten tener una posición más competitiva la hora de abordar el mercado de productos como los quesos que llegan a los líneales españoles desde Alemania, Holanda o Dinamarca.

Tres factores.

Según los datos manejados por la patronal de las industrias, los ejes de los problemas actuales en el sector de la leche se concretarían en tres escenarios complementarios. Por un lado se ha registrado una caída de la demanda en general y muy especialmente en los hogares, en los que el consumo, lejos de crecer, cayó un 0,16% en 2023 hasta los 4,233 millones de toneladas. Por su parte, las ventas de yogures y postres se redujeron en un 3,1%; y en un 2,5% en el caso de los batidos. En la parte positiva, el consumo de leche líquida creció un 1,8% y el de quesos lo hizo un 1,1% hasta las 800.000 toneladas, con una producción de 550.000 toneladas, unas importaciones de 362.000 y unas exportaciones de 117.000. Sin embargo, mientras las importaciones crecían entre un 5% y un 10% según tipos de producto, la venta de los quesos de producción nacional caía entre el 1,3% y el 3%. Este descenso de ventas implica menos compras de leche y más producto almacenado que, a la postre, se refleja en los precios de los mercados en origen.

En segundo lugar se halla el incremento de las importaciones de diversos productos, algunos derivados de la leche. Esto afecta desde la leche fresca -unas 100.000 toneladas-, hasta las 169.000 toneladas de yogures, pasando por 45.000 toneladas de nata, 75.000 toneladas de leche en polvo y, sobre todo, las 362.000 toneladas de queso que, en equivalente en leche -a razón de siete litros por kilo-, ya suponen más de 2,56 millones de toneladas. Esta cifra superaría los cuatro millones de toneladas si se realizara la misma operación de equivalencia con los demás productos lácteos, lo cual supone los valores más altos de la última década.

Finalmente y en tercer lugar, el sector la leche sufre en los últimos años la estrategia de la gran distribución empeñada en posicionarse en los mercados de cara al consumidor final con las marcas blancas más baratas que las marcas de fabricante. Este diferencial de precios se reabsorbe en la parte inicial de la cadena -el ganadero-, lo cual supone un grave problema teniendo en cuenta que tienen una cuota de mercado del 58% en leche y del 70% en yogures y quesos. Si la gran distribución opta por la leche barata de reclamo, los efectos directos van, en primer lugar, a la industria, pero el coste final lo pagan inevitablemente los ganaderos. Obviamente, este conjunto de circunstancias tiene una clara repercusión en la actividad del sector del vacuno de leche a pie de campo.

En 2023 el número de ganaderos bajó por primera vez de los 10.000, frente a los 10.531 de un año antes; aunque, por muy redonda que sea la cifra, ese descenso no es nada nuevo y solo se constata la tendencia negativa registrada en los últimos lustros. Lo más grave para el sector ya no es solo esa merma en el número de ganaderos, sino la falta de relevo generacional y una reducción de explotaciones que se compensa con una mayor capacidad productiva de las nuevas granjas. Ello no impide que haya un mayor abandono del territorio. Un 12% de los ganaderos tiene más de 65 años, el 37% entre los 55 y los 64 años, un 29% entre los 45 y los 54 años, mientras un 16% se halla entre los 35 y los 44 años, solo un 5% entre los 25 y los 34 y únicamente el 1% no ha cumplido el cuarto de siglo.

El cambio en la estructura de las explotaciones hace que, al aumentar la capacidad productiva de las mismas, las entregas de leche en origen prácticamente se hayan estabilizado en el entorno de los 7,3 millones de toneladas. En todo caso, se trata de una cifra muy por debajo de la demanda interior total, que se acerca a los 10 millones de toneladas, lo que supone una dependencia permanente de las importaciones, fundamentalmente desde los principales países productores de la Unión Europea, para cuyos excedentes de leche España es una salida importante, pero especialmente en productos derivados y muy concretamente en quesos frescos, de pasta o yogures y batidos.