181.160 maravedíes por los hierros de los cautivos de Ronda

F. J. Rodríguez
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Un artículo de investigación sobre las cuentas del tesorero de Isabel I de Castilla Ruy López de Toledo demuestra que la reina pagó esa cantidad para traer a Toledo las cadenas de los prisioneros cristianos liberados en la campaña de Málaga

Los muros exteriores de la iglesia del monasterio de San Juan de los Reyes lucen centenares de grilletes. - Foto: Yolanda Lancha

Simbolismo o realidad fehaciente. La historia está cargada de elementos en los que es difícil desentrañar el velo que diferencia a una u otra. La tradición oral ha dejado muchos ejemplos, en los que es casi imposible demostrar con pruebas documentales acontecimientos que, sin embargo, han quedado perfectamente fijados en la memoria colectiva y de los que nadie duda.

Toledo está cargada de ellos, y sus leyendas son la mejor prueba. Con todo, cada cierto tiempo se desempolva algún viejo legajo en un archivo y se aporta algo de luz a acontecimientos que se daban ya por ciertos por la variedad de testimonios a lo largo de los siglos.

Eso mismo ha ocurrido con una de las historias que más sorprenden al visitante cuando contempla la maravilla gótica que es el monasterio de San Juan de los Reyes.

El convento fue levantado en la ciudad para conmemorar la victoria de los Reyes Católicos sobre el rey Alfonso V de Portugal en la batalla de Toro. Se pensó en él también como lugar de eterno descanso de Isabel y Fernando, pero finalmente Granada fue la elegida por los monarcas para su sepultura debido al gran simbolismo de su última gran conquista.

Precisamente, ese simbolismo que siempre fue buscando por los Reyes Católicos, y en especial por Isabel, está más que presente en la fachada de su monasterio toledano.

De sus muros exteriores cuelgan cadenas, un elemento que evoca y recuerda la liberación de los cautivos cristianos de la campaña de la Guerra de Granada (S. XV) contra los musulmanes.

Hay decenas de testimonios en libros de historia y crónicas de la época (el humanista Jerónimo Münzer, en su libro 'Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 1495', recoge varias referencias) que hablan de esos grilletes y destacan el simbolismo de colgarlos de las paredes como triunfo del cristianismo contra el islam, pero no existían ninguna prueba inequívoca de que eso se produjera.

Incluso hay documentos que señalan que las cadenas fueron llevadas a Toledo por los propios esclavos cristianos liberados, como exvotos de perenne agradecimiento a Dios y a su Reina.

Siempre se ha contado esa historia, y muchos la han dado por cierta frente a otros más suspicaces que han pensado que se trata de elementos ornamentales con un claro simbolismo.

Sea como fuere, las cadenas cumplen esa función de recuerdo, homenaje y exaltación, pero siempre ha quedado la duda de si el relato pertenecía realmente a lo real o únicamente a la esfera de la propaganda de la época.

Pablo Ortego Rico, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Málaga, aporta bastante luz al respecto en un artículo publicado en la revista de la Universidad Complutense 'España medieval' bajo el título de '1480: Un año en la corte de Isabel I de Castilla' (que forma parte de los resultados del 'Proyecto de Investigación Sistemas fiscales y construcción estatal: Castilla, centros y periferias (1250-1550)', integrado en la Red Arca Comunis).

El documento de Ortego Rico analiza las cuentas del tesorero de Isabel I de Castilla Ruy López de Toledo correspondientes al año 1480, que en su opinión «proporcionan informaciones muy precisas sobre el gasto suntuario, la vida cotidiana de la reina, y los pagos realizados en la corte castellana aquel año».

Uno de esos pagos se refiere de forma directa a San Juan de los Reyes. El documento original se conserva en el Archivo General de Simancas, dentro de la Contaduría Mayor de Cuentas (primera época, legajo 106, sin fecha), y en él se reseña que, en 1485, Ruy López de Toledo pagó «181.160 maravedíes a ciertos guías encargados del transporte de la 'cámara' de la reina en todo el año con el traer de los hierros de los cautivos de Ronda al monasterio de San Juan de los Reyes de la ciudad de Toledo».

Esta anotación contable es la mejor prueba de que el transporte se realizó, y la cantidad acordada fue pagada, certificando así que el simbolismo de las cadenas, como recuerdo de los esclavos cristianos en el reino nazarí de Granada, fue antes una cruel realidad.

Ronda fue tomada el 22 de mayo de 1485 bajo un largo asedio de las tropas del marqués de Cádiz, Don Pedro Enríquez «adelantado de Andalucía».

La mayor parte de los esclavos cristianos de la ciudad trabajaban en la conocida como Sala de la Noria, una dependencia de la Mina secreta debajo del palacio real árabe de la ciudad.

Esa Mina de Agua es del siglo XIV, y representa uno de los ejemplos de ingeniería hidráulica del Reino Nazarí mejor conservados en España. Fue construida con la finalidad de mejorar las defensas de la ciudad, aprovechando una de las grietas que se formaron de manera natural en la pared del río. Se procedió a excavar una galería de manera que se pudiera extraer el agua por medio de una noria, y de este modo suministrar de manera segura a la población en caso de asedio.

Los esclavos trabajaban moviendo la noria que suministraba agua, siendo necesario el uso de humanos debido a que la galería era muy estrecha e impedía el acceso a animales.

La Mina de Agua de Ronda se utilizó durante el asedio cristiano de la ciudad, y los zapadores del ejército de los Reyes Católicos pudieron acceder a ella para superar sus defensas, tanto naturales como murallas.

Los esclavos de Ronda fueron liberados, y la Reina Isabel pagó 181.160 maravedíes para que sus cadenas fueran llevadas hasta el monasterio de San Juan de los Reyes, algo que, según dice la tradición, también ocurrió con los esclavos de Almería.

Está demostrado que las cadenas se llevaron, aunque los más suspicaces pueden asegurar que las originales no son las que ahora mismo cuelgan de los muros del monasterio. El edificio fue quemado y saqueado en el siglo XIX por las tropas napoleónicas, amantes de la rapiña, y años más tarde también sufrió levemente los envites de la contienda civil española. Quizás algún día se pueda hacer un análisis de los metales de esos grilletes que demuestren, o no, si en su fundición y forja se emplearon métodos medievales. Mientras, el simbolismo de esos grilletes permanece intacto como una más de las grandes historias de San Juan de los Reyes.