Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Lorenzo

14/12/2023

Se ha muerto Lorenzo Díaz, sociólogo, gastrónomo, comunicador, amigo. Los árboles del otoño se han quedado sin hojas en las copas y vuelan enredadas entre el suelo y los zapatos del olvido. Cómo se desnuda la vida conforme avanza y muestra sus senos ajados por el tiempo. Lorenzo ha sido un grande, un coloso, un amante del micrófono y las soledades. Ha dejado en la radio páginas imborrables que nos seguirán a los oyentes que lo escuchamos mientras duren nuestras vidas. Era paisano, sencillo, justo y adorable. Lo conocí en tantos y diversos ámbitos de la vida y en todos era bueno. El último homenaje que recibió fue un Día de la Región en que Magdalena recogió de las manos del presidente de Castilla-La Mancha el reconocimiento a toda una vida dedicada a la tierra. Se le llenaba la boca de ella y la removía como un hortelano cada vez que veía ocasión y podía. Pocos embajadores ha tenido la Mancha y Castilla como Lorenzo, entregado a su pasión o pasiones: la radio, el vino, la comida, las lecturas. Porque Lorenzo era ante todo eso, un sabio. De los que no se notan y parece que no lo son, pues dictaba una legión magistral entre canapés y langostinos sin pretenderlo, de la manera más natural del mundo. Ese era Lorenzo, Lorenzo Díaz, naturaleza viva de su Mancha como la cardencha al sol.
Dijo que llegó a Madrid en un camión de melones y no he encontrado metáfora mejor para describir lo que fue en los años sesenta el desembarco de manchegos a la capital. Así llegaron todos, con lo puesto, hambre y dientes. Y abrieron España e hicieron camino. De un compromiso político indudable e inquebrantable, su izquierda era una izquierda amable, posible, sincera y pegada al camino. Como persona inteligentísima que era, el humor lo llevaba por bandera y lo utilizaba a cada paso, a cada momento, en cada instante. Todavía me río cuando lo recuerdo hablando de la piscina sindical a la que iba todas las tardes. Por Dios, qué mañanas de gloria nos dio a quienes estábamos detrás de la radio. Coincidió con el mejor Herrera, que fue el de Onda Cero y con una figura insustituible y que fue su alter ego imposible, Josemi Rodríguez Sieiro. Martínez Simancas lo vio claro hace unos años y los sacó juntos en una contraportada de El Mundo como pareja del año. Don Quijote y Sancho, Max Estrella y Don Latino, Roberto Alcázar y Pedrín. Porque esa era otra. Lorenzo era radio viva en la calva, en las sienes, en los poros. Ha sido uno de los grandes defensores que ha tenido el medio en su historia. Porque la vida se explica a través de la radio para millones de personas. Ahí está ahora el dato de las audiencias. Pero es que su vida, la de Lorenzo, también la explica la radio, Concha, sus hijos. Se ha muerto callado, después de cinco años en silencio con el micrófono apagado. Magdalena, mujer dura, leal y en la batalla, lo cuidaba con todo el amor del mundo. Y los amigos estábamos tranquilos por ello.
El mítico Lloréns, como lo bautizó Herrera, vuelve ahora a la tierra. Pajareará su alma colmenera por los rincones de Solana del Pino, la Mancha más profunda y entera de la que nació el hambre. Recuerdo a una señora ponerlo verde un día en la radio preguntándose de qué cuadro se había caído Lorenzo. Y es que él era así, genial, despreocupado, destartalado, de otro tiempo, figura y maneras. Un caballero con gafas español, seductor y brillante. Hoy la radio lo llora y evoca. Lorenzo, que estás en la tierra y ahora por siempre en el cielo.