El comercio de medias de seda en Tembleque

José García Cano*
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En el Catastro de Ensenada que se redacta en 1752, se hace especial reseña a la confección de medias, como uno de los recursos económicos más importantes de esta localidad manchega

Plaza Mayor de Tembleque con la parroquia al fondo.

Si analizamos la distribución de oficios que hubo en Tembleque a mediados del siglo XVIII, encontramos un buen número de vecinos y vecinas dedicas a trabajos relacionados con la seda y el ramo textil, como trece comerciantes que vendían medias, diecisiete tenderos de lienzos, seis maestros de sastres, once oficiales de sastrería y dos aprendices del mismo ramo. En el Catastro de Ensenada que se redacta en 1752, se hace especial reseña a la confección de medias, como uno de los recursos económicos más importantes de la localidad. De hecho, se indica que casi todas las mujeres de Tembleque de «todos los estados, clases y calidades desde la edad de ocho años arriba» se dedicaban a trabajar este género que realizaban en sus casas y que consistía en hacer medias de punto de aguja, tanto para hombres como para mujeres y niños. Para hacernos una idea de la producción temblequeña de medias, al año podían prepararse más de 30.000 pares de todos los tamaños y para ambos sexos. Se confeccionaban medias tanto negras como de otros colores y de varios pesos. A las mujeres se les solían pagar como honorarios 30 reales por libra de producto trabajada.

Ya desde finales del siglo XVII la competencia entre los telares de la provincia con los establecidos en Toledo capital, se hace patente en las quejas que los sederos toledanos hacían contra los telares y los maestros de listonería y medias de otras villas, sobre todo de las de Tembleque, Mora y Fuensalida, los cuales según los toledanos estaban trabajando sin someterse a la ley y sin que se les aplicaran las Reales Ordenanzas, salvándose además de las visitas e inspecciones de los veedores del Arte Mayor de la Seda. El enfrentamiento entre los comerciantes y fabricantes de Toledo capital con los del resto de la provincia llegó hasta Carlos II, ya que los segundos solicitaron al rey un decreto por el cual se ordenase que no podían trabajarse medias de seda de punto sin atenerse a una serie de pesos que ya estaban marcados y que obligaba a que cada tipo de media llevase el suyo. Por ejemplo, las medias de punto ordinario para hombre, tanto si eran negras como de color debían de pesa 4 onzas o las medias de punto de Milán para hombres de color negro, unas 3,5 onzas. Como es lógico los sederos toledanos pretendían con esta petición que los fabricantes tanto de Tembleque como de Mora, dejasen de trabajar y evitar así su competencia. De hecho, el rey emitió un Real Decreto con fecha 25 de septiembre de 1683 en el hacía caso a los comerciantes de Toledo y obligaba a los de los pueblos a seguir el decreto sobre los pesos. Pero en contra de lo que habían pensado los fabricantes toledanos, los precios se encarecieron y se demostró que los consumidores preferían otras medias más ligeras y no las que se fabricaban en la capital imperial.

La seda que llegaba en bruto a nuestra provincia solía proceder de Murcia, Valencia y Granada, y en la capital toledana se podía comprar en el llamado Mesón del Lino, ubicado en lo que hoy es la calle Santa Justa y Rufina. Esta seda luego había que torcerla, devanarla, teñirla y luego devanarla en cañones y posteriormente con esta seda ya tratada, se harían diferentes labores y tejidos como rasos, terciopelos, damascos, etc., así como mantos y medias muy utilizadas ya por entonces. La proliferación de diversos telares en diferentes pueblos de la provincia de Toledo se debe a que en la capital no se podía absorber toda la demanda que realizaban los consumidores y por ello encontramos telares en otras localidades como Ajofrín, Fuensalida y Tembleque, entre otras.

Tal fue la importancia del comercio textil y de la seda en Tembleque, que los profesionales que desempeñaban esta tarea en la localidad, llegaron a formalizar unas ordenanzas para su gremio y de esta manera poderse excluir de las normas y condiciones que imponían sus colegas desde Toledo capital. Para conseguirlas los fabricantes de Tembleque solicitaron una propuesta a la Junta General de Comercio, quien debía confirmarlas y hacerlas oficiales. Por otro lado, esta junta envió la petición a la ciudad de Toledo el 27 de octubre de 1757, para obtener la opinión del corregidor. Precisamente en ese momento se envió otro escrito remitido por la justicia de Tembleque para informar de los pesos y precios que iban a fijar los fabricantes de la localidad, para poder tener su margen de beneficios y marcar estos valores de cara al mercado. Las ordenanzas presentadas constaban de nueve puntos en los que se explicaban una serie de normas a la hora de confeccionar y vender las medias que se preparaban en la localidad, expresándose también los pesos a los que debían confeccionarlas, dependiendo del género a quien fueran destinadas. En un principio la mayor parte de las ordenanzas no fueron del agrado de la autoridad ya que principalmente tomaban un camino contrario al que el comercio de esos momentos estaba siguiendo, es decir, cerraban el acceso de otros profesionales al sector, en unos momentos en los que se estaba comenzando a liberalizar del control gremial la mayor parte de los oficios y profesiones, que desde siglos atrás habían permanecido encorsetadas y restringidas a las normas y ordenanzas de los antiguos gremios.

 Es importante entender como el uso de ricas telas, sedas, bordados y brocados se estaba generalizando en la España de aquellos momentos y por ello, el comercio de estos productos comenzó a extenderse por todo el territorio nacional y de ahí que en Tembleque se estableciesen decenas de personas dedicas a este negocio. Por aquel entonces tenía lugar en Tembleque un importante mercado que se celebraba con motivo de las fiestas del lugar, dedicadas a San Bartolomé, en el que entre otros productos también se vendían elementos textiles, si bien la mayor parte de los géneros que se elaboran en la localidad tenían su venta en otros tantos puntos de la geografía nacional y en otros mercados textiles.

También es importante recordar la cantidad de oficios y profesiones que giraban en torno al oficio de la seda y de la industria textil en general. Algunos de estos oficios desgraciadamente ya desaparecidos, no deben olvidarse pues representaron una buena parte de la economía de nuestra provincia y por ello los traemos a estas líneas: torcedores de seda, cordoneros, pasamaneros, tejedores, tintoreros, tiradores de seda, esparteros, prensadores, cardadores, pasamaneros, etc., etc.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.