Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Por Atienza (I)

25/10/2023

Paro el coche al lado del austero royo jurisdiccional, de la picota. La cortina de agua que cae arriba, en el otero, sobre Atienza, la desdibuja y la devuelve, a mis ojos, a la poderosa villa medieval que fue. Así, la vista del pueblo es aún más fascinante. Imposible resistirse, me revisto de plástico, bajo, me siento en la segunda grada y apoyo la espalda en la columna a disfrutar del espectáculo. Los pasajeros de los pocos coches que pasan por la carretera me miran con curiosidad, algún camionero toca la bocina. Deben pensar: «con la que está cayendo… ¿qué coño hace ese tipo ahí?».
Pocas poblaciones, como Atienza, pueden decir que forman parte de tres caminos históricos-literarios universales: Camino del Cid, «Atienza, peña muy fuerte», la describe el juglar en el cantar al pasar por allí el héroe castellano en su destierro, la ruta de Don Quijote y el Camino de Santiago, el ramal que viene de Levante, conocido como Ruta de la Lana.
Ni que sus salinas fueran las más importantes de la península en la Edad Media. En toda su comarca, el agua salada se extraía del subsuelo por medio de pozos con grandes norias que llenaba de agua unos estanques o 'recocederos' donde se calentaba.
Los romanos en el siglo I ya extraían la sal de la zona, pero las salinas se construyen en el siglo X. Los monarcas les sacaban provecho concediendo a nobles y personal eclesiástico algunos de sus beneficios. Fue Alfonso VI el que finalmente concedió al obispado de Sigüenza su explotación en exclusiva. Carlos III amplió las infraestructuras de las salinas de Imón con la construcción de grandes almacenes, artesas y canales que aún se mantienen en pie. El conjunto de edificaciones data del siglo XVIII y han sido reformadas y adaptadas en los siglos XIX y XX.  Se pueden visitar y merecen la pena.  
Y menos, aún, hay lugares que puedan presumir de tener una Santa Espina, no una, ¡dos!  Las Santas Espinas se conserva en Atienza, según la tradición, desde el siglo XIV. Es cierto que si reuniéramos todas las que hay por el mundo saldrían tres o cuatros buenos zarzales. Pero el caso es que durante siglos han tenido fama de auténticas y milagrosas, sobre todo contra la sequía. Yo, con el agua que me está cayendo encima, ya no lo pongo en duda.

«Pocas poblaciones, como Atienza, pueden decir que forman parte de tres caminos históricos-literarios universales»