Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Living

10/11/2023

Hasta la fecha había encontrado refugio seguro en la lectura para desconectar del frenesí diario. Pero hay que armarse de valor para enfrentarse a un ensayo de temática actual. Para animarse, recomiendo EL misterio del capital de Hernando de Soto y el libro Por qué el liberalismo funciona de la transgénero Deirdre Nansen McCloskey. En condiciones normales, ambos textos serían de obligada de lectura de cualquier podemita convencido; desgraciadamente, será más útil para aquellos que creen en la propiedad privada pero no saben por qué.

Asumimos con frecuencia que estamos anclados en un éxito garantizado, cuando en el fondo, estamos en una etapa atípica de la historia de la humanidad. Llevamos varias décadas de una prosperidad inaudita, una paz mundial amplia (en esto los ucranianos, israelíes, sirios, sudaneses y yemeníes no coincidirán) y parece que los derechos humanos se extienden por doquier.

Según el humor que se tenga, esto es parcialmente cierto. La izquierda está exultante porque todos sus objetivos vitales están triunfando por goleada. Han conseguido imponer la cultura de la cancelación, cuestionar la biología, imponer qué vehículo comprar y si fuese un ternero, deduzco que tengo los días contados, ya sea por el lobo o por el no nacimiento. Hasta el pedo de un animal se ha transformado en un arma de destrucción masiva.

Hasta hace muy poco, el gobierno chino se sentía cómodo ante su política contra el Covid. Consiguió eficazmente que nadie pidiese explicaciones de su origen, control y propagación. Se aislaron del mundo, sin pensar en el coste social, económico, psicológico para un país que, pese a sus dimensiones, su crecimiento ha estado apoyado en el comercio exterior.

Sin saber por qué, nada más se detectó que la población china cuestionaba su legitimidad se dio marcha atrás con una rapidez inaudita. Toda la izquierda occidental se quedó atónita tras llevar dos años diciendo que era una demostración empírica de sabiduría burocrática.

Y este es el punto neurálgico. La legitimidad política reside en que la ciudadanía acepte libremente las decisiones de sus gobernantes. La izquierda considera que los tribunales son la base de su legitimidad, la esencia de su poder. Al despreciar el pasado, la costumbre, las tradiciones, la ley y la libertad no son conscientes de que se están pasando de frenada. Atacar el principio de presunción de inocencia pone en peligro la legitimidad del poder para impartir justicia. ¡Qué los árboles no impidan ver el bosque! Hemos entrado en un terreno muy peligroso.