El profesor de la UCLM, Jaime Moraleda, abordó en la conferencia La huella del cardenal Lorenzana en la renovación artística de Toledo la doble faceta pastoral y cultural que caracterizó el pontificado del cardenal Lorenzana, un periodo ubicado en el último tercio del siglo XVIII y que se definió por la «renovación vanguardista» que experimentó la ciudad en tiempos de la Ilustración.

La transformación de Toledo bajo el impulso de Lorenzana traspasó la esfera diocesana. «Su huella sigue muy presente», explicó Moraleda. Su legado incluye la firme voluntad del mitrado de «hacer del espacio público un espacio de asueto en el que la ciudadanía pudiera disfrutar». Esta vocación favoreció unas actuaciones que devolvieron a la ciudad a la vanguardia europea. Su propósito fue «recuperar la magnificencia» tanto de la ciudad como de la sede metropolitana. El ponente trazó analogías de Lorenzana con los cardenales Mendoza o Cisneros. Entre los ilustres aludió a una vocación compartida de «vanguardia y renovación», a unas propuestas inequívocas en favor de una «trascendencia» que los titulares diocesanos han mantenido desde los tiempos de la monarquía visigoda.

«Lorenzana miró a aquellos proyectos que tuvieron otros cardenales y que sirvieron de ejemplo a la diócesis». Sus inicios al frente de la sede primada estuvieron marcados por un situación de «crisis general» y la vasta extensión territorial de la provincia eclesiástica.

Más allá de su labor pastoral, Lorenzana fue la última gran figura arzobispal que «renovó el marco de la ciudad». Moraleda detalló cómo el cardenal «quiso abrirse y abrir a los toledanos», a través de obras como la biblioteca del palacio arzobispal, iniciativas caritativas o actuaciones de reforma en la propia catedral primada.