Vega Baja lleva esperando desde 2006 un proyecto que la proteja

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El Gobierno regional ya ha iniciado los trabajos de limpieza de una zona que todavía está pendiente de una protección concreta que evite cometer los mismos errores del pasado

Vega Baja lleva esperando desde 2006 un proyecto que la proteja

El 26 de julio de 2006, el Gobierno de Castilla-La Mancha presidido por José María Barreda tomó la decisión de paralizar el proyecto urbanístico de la Vega Baja. Un yacimiento declarado Bien de Interés Cultural con categoría de zona arqueológica desde el año 1992 que, sin embargo, estaba destinado a acoger más de 1.300 viviendas.

Pues bien, cada año -desde hace ya siete- las mismas preguntas e iguales respuestas. Sin un proyecto definido para el espacio y evitando las constantes reclamaciones sobre la necesidad de elaborar un plan director que organice el entorno, los responsables regionales del área de Cultura -que son los que ostentan esta competencia- prefieren eludir el asunto. Hasta la fecha, tan sólo se ha anunciado la puesta en marcha de un plan de limpieza que, lo que son las cosas, iba a comenzar a mediados de junio y se ha iniciado días antes del recuerdo de este aniversario.

Como viene siendo habitual en una ciudad en la que la historia (sobre todo la mala) se repite, y ante las dudas que han vuelto a surgir sobre la importancia arqueológica contenida en Vega Baja -debido a las declaraciones emitidas por el director general de Cultura el mes pasado- el nuevo presidente de la Real Fundación de Toledo vuelve a reivindicar «la necesidad de hacer efectivo el plan director de Vega Baja, de establecer el perímetro de delimitación, de hacer efectiva la protección sobre la zona». Pero ante todo insiste en la importancia de «eliminar la ficha del POM en la que se recogen las 1.300 viviendas».

De momento, según adelantó Juan Ignacio de Mesa a este periódico, «las conversaciones mantenidas con el consejero de Cultura han sido fluidas y no ha habido el mínimo problema». De hecho, apuntó que desde la Real Fundación se está esperando el material contenido en los informes realizados por los arqueólogos, documentos que «se necesitan para conocer en qué situación se encontraba el proceso de excavación en las distintas parcelas» con el objetivo de «tener una idea global de todo lo que se ha hecho». Para ello esta institución ha creado un grupo de trabajo «para determinar el futuro de Vega Baja, y para emprender y estudiar el camino del futuro de la Vega Baja libre de condicionantes, sin asumir posiciones ni disposiciones previas y sin otro fin que el interés general de la ciudad y de sus ciudadanos».

Un pau en ciernes. No hay nada peor que no aprender de los errores porque, irremediablemente, todo apunta a la repetición de los mismos. Pese a esta evidencia, la Comisión de Urbanismo ha aprobado el Plan de Actuación Urbanizadora (PAU) de la UA 34 del Plan de Ordenación Municipal (POM). Una actuación que generará 87 viviendas, un nuevo vial de conexión entre la Avenida de Carlos III y la Avenida de América y 196 plazas de aparcamiento. Aunque esta intervención lleva el nombre de Santa Teresa, De Mesa ya espera la decisión a tomar «cuando se haga el estudio arqueológico de una parcela de las de actuación y aparezcan restos que hay que conservar».

 

Datos confirmados. «Vega Baja es un conjunto arqueológico urbano, complejo y extenso». Así calificaba Juan Manuel Rojas, arqueólogo de la Empresa Municipal Vega Baja, la arqueológica de un terreno en el que se han hallado fases de ocupación de época tardorromana, visigoda, islámica emiral y medieval. Tanto los arqueólogos que trabajaban en la zona como los expertos de Cultura dejaron claro que la zona comprendida entre Sabatini y el edificio de Fremap conforma el núcleo de mayor asentamiento.

Además de la aparición de «una gran nave» de 25 metros de largo por siete de ancho, Vega Baja también esconde tres grandes recintos organizados alrededor de un gran espacio abierto asociado a un suelo de ‘opus signinum’ y una canalización que podría corresponderse con restos de una edificación hidráulica.

Como ya se anunció en su día, se constataron los restos de una torre visigoda, estructura que pudiera ser parte de una entrada fortificada asociada a los palacios reales, y las estructuras de una vivienda señorial. También se descubrieron restos de viviendas en un único conjunto edificado de 900 metros cuadrados. Además de los restos de estructuras, el suelo de Vega Baja guardaba piezas como anillos, cerámicas o colecciones de monedas de época visigoda e islámica.

Entre esos elementos, cabe destacar las tres colecciones de monedas de oro visigodas con las efigies de los reyes Suintila, Sisenado y Chintila, datadas en el siglo VII, tiempo en el que reinaron de forma consecutiva esos tres monarcas.