Las armas «son instrumentos vivos de nuestro pasado», asegura Germán Dueñas, conservador jefe de este departamento en el Museo del Ejército y comisario de La nobleza de las armas, una exposición temporal que permanecerá abierta hasta el 8 de octubre y que, de algún modo, se aproxima a la historia de España desde el reinado de los Reyes Católicos hasta la nefasta Guerra de Cuba a través de unos instrumentos que para la sociedad local han tendido a «pasar desapercibidos, cuando no denostados», pero cuya cuidadosa factura les convierte en «objetos de arte en sí mismos».
La nobleza de las armas se nutre, principalmente, de lo que el Museo del Ejército esconde. El 95% de las piezas que se exhiben pertenecen a sus fondos; el 80% de las armas seleccionadas en la muestra se ubica en sus áreas de reserva. La grandes casas nobiliarias españolas, como las de Medinaceli, Osuna o el Infantado, suponen un aporte fundamental. La nobleza «ha tenido armas desde su origen», explica Dueñas aludiendo al «vínculo directo» que se estableció entre el estamento y los utensilios desde la Edad Media. Las funciones bélicas y recreativas, desde aquellas «parafernalias» de los torneos y las justas hasta la caza, evidencian este lazo.
El comisario señala el «simbolismo» de las armas, un atributo asociado no sólo al poder militar, sino al económico o el religioso. Las piezas escogidas reflejan esa condición esmerada y representativa de su portador. «La muestra recopila piezas de armería de alta calidad y refleja la historia», remarca Dueñas. Sacres, pistolas, espadas y armaduras cuentan el pasado.