Toledanos de cine (V)

José García Cano
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Se crió en una bella pedanía toledana: Las Vegas de San Antonio, perteneciente al ayuntamiento de La Pueblanueva, en plena comarca de La Jara y quien nació un 1 de septiembre de 1955, llegando a Toledo capital a los 8 años, como alumno de Maristas

Toledanos de cine (V)

Esta quinta entrega en la que seguimos repasando la vida y obras de toledanos relacionados de una forma u otra con el cine, vamos a dedicarla a Jesús Bonilla, un actor de primera, que se crió en una bella pedanía toledana: Las Vegas de San Antonio, perteneciente al ayuntamiento de La Pueblanueva, en plena comarca de La Jara y quien nació un 1 de septiembre de 1955, llegando a Toledo capital a los 8 años, como alumno interno en el colegio Maristas de Toledo. Allí permaneció hasta los 13 años, momento en el que se trasladó a vivir a Madrid. En un principio su formación académica iba encaminada a la carrera de Química, aunque su verdadera vocación era el Arte Dramático, y por ello cambió radicalmente los matraces y los tubos de ensayo por el escenario. Su carrera teatral arrancó con El vergonzoso en palacio (1989), de Tirso de Molina, a la que continuó Los buenos días perdidos (1991) de Antonio Gala y Bajarse al moro (1985), que estuvo interpretando durante seis meses en Barcelona, obra que muchos lectores recordarán por su posterior adaptación cinematográfica. 

Tendremos que esperar hasta 1984 para encontrar a Jesús Bonilla en su primera película, titulada Dos mejor que uno (1984), en la que tuvo un papel secundario. Ya en 1991 vuelve a aparecer en el film No me compliques la vida, dirigida por Ernesto del Rio. Al año siguiente, Bonilla tendría un papel en la aclamada Belle Époque (1992) y ese mismo año lo encontramos en La reina anónima, de Gonzalo Suárez. Precisamente en 1992 sería cuando Bonilla interpreta un papel de coprotagonista en Makinavaja, el último choriso, de Carlos Suárez, donde hacía el papel de Popeye (o Popi), gracias al cual el gran público confirmó definitivamente esa maravillosa faceta cómica de Jesús. También le dirigió Pedro Almodóvar en Kika (1993) y ese mismo año Bonilla vuelve a interpretar a Popeye en la segunda parte de Makinavaja, que se tituló Semos peligrosos (uséase Makinavaja 2), dirigida igualmente por Carlos Suárez. Al año siguiente lo encontramos en la película Todos los Hombres sois iguales, de Manuel Gómez Pereira, y en Así en el Cielo como en la Tierra, de José Luis Cuerda. Por otro lado, en 1994 tuvo un papel en ¡Oh, cielos!, de Ricardo Franco. En 1995 vuelve al cine con Belmonte, de Juan Sebastián Bollaín y con La niña de tus sueños, de Jesús R. Delgado. David Trueba dirigió a Jesús Bonilla en La buena vida (1996), y al año siguiente lo encontramos en tres títulos muy diferentes: Gracias por la propina, Carreteras secundarias y Mátame mucho. En 1998, de nuevo otro de los Trueba, en este caso Fernando, dirige a Jesús Bonilla en La niña de tus ojos, una película en la que también destacó el casting tan acertado de actores, tanto principales como secundarios, ya que no sólo Penélope Cruz brilló como protagonista, sino que Rosa María Sardá, Loles León, Jorge Sanz o Antonio Resines, interpretaron papeles muy recordados en este metraje, si me permiten, uno de mis preferidos de la filmografía de Jesús Bonilla.

El fantástico director Álex de la Iglesia dirigió a Jesús Bonilla en Muertos de risa (1999) y ese mismo año lo encontramos en cuatro películas más: Pídele cuentas al rey, de José Antonio Quirós, Pepe Guindo, Adiós con el corazón y Pleno al quince. En el año 2000 Jesús Bonilla vuelve a ser dirigido por Álex de la Iglesia en esa obra maestra que es La Comunidad, repitiendo ese mismo año con David Trueba en Obra Maestra y trabajó bajo las órdenes de Fernando Méndez Leite en Usted puede ser un asesino (2000). En 2001 uno de los amiguetes de Jesús Bonilla, es decir, Santiago Segura, le fichó para Torrente 2: misión en Marbella, aunque también participaría en Torrente 4 (2011), justo diez años después. 

Toledanos de cine (V)Toledanos de cine (V)Sería en el año 2002, cuando Jesús Bonilla, dirige su primera película, también dentro del género de la comida y en la que se rodeó de un fantástico plantel de actores; hablamos de El oro de Moscú (2002), en la cual también aparece Bonilla como coprotagonista, en el papel de Papeles. La siguiente película en la que encontramos a Bonilla es en Lisístrata (2002), de Francesc Bellmunt. Ya en 2004, apareció en Mala uva, de Javier Domingo y al año siguiente en R2 y el caso del cadáver sin cabeza (2005). Después de varios años sin apenas películas en su haber, Jesús Bonilla reaparece de nuevo como director en La daga de Rasputín (2011), considerada la continuación de El oro de Moscú. Bonilla participó también en dos cortometrajes que fueron Pásala! (1994) y Robo en el cine Capitol (1996).

No podemos dejar de lado la faceta televisiva de Jesús Bonilla, ya que muchos de nosotros lo hemos seguido y admirado por sus papeles en la pequeña pantalla. Entre otros, destacamos su participación en Platos Rotos, de TVE (1985), Miguel Servet, la sangre y la ceniza (1989), ¡Ay, Señor, Señor! (1994) en Antena 3, Pepa y Pepe (1995) en TVE, Querido maestro (1996) en Telecinco, La banda de Pérez (1997) en TVE y Periodistas (2000) en Telecinco, donde interpretó a Vicente Zamora, cambiando de registro interpretativo y demostrando que sabe adaptarse a múltiples registros interpretativos.  Algunas de las últimas series en las que ha participado son 7 Vidas (2002) en Telecinco, donde hizo un cameo y Los Serrano (2003-2008) donde interpretó al personaje de Santiago Serrano, que era el hermano de otro genio de la interpretación como es Antonio Resines, bordando un personaje que se nos antojaba cercano, bonachón, sincero y yo diría, que muy 'toledano'. Otra de las series que protagonizó Bonilla hace apenas diez años, fue El chiringuito de Pepe (2014-2016), emitida en Telecinco y en la que Bonilla tenía el papel de Pepe Leal, propietario de un chiringuito de playa en Peñíscola, quien nos hizo pasar muy buenos momentos con este papel tan humano y cercano. Terminamos este pequeño homenaje a ese pedazo de actor que es Jesús Bonilla, con unas palabras que el propio actor dijo en cierta entrevista, en la que aseguró que «si los actores no sorprendemos, mal andamos. Tenemos que tener algo de magia, como los ilusionistas, que sorprenden con sus trucos…» Así es Jesús, un mago de la escena, que nos sorprende con cada papel.