El alcalde de Aldeanueva de Barbarroya, José Manuel Fernández, evita llegar al kilómetro 37 de la Vía Verde de la Jara. Plenamente arrumbados y vandalizados, los vagones estrenados hace 10 años como servicio de alojamiento y restaurante en un golpe de prestigio para el itinerario, evidencian el abandono de un proyecto turístico que iba a reverdecer la comarca. «No quiero ir porque me da pena», reconoce.
José Manuel, con 14 años en el tajo de alcalde de este municipio de 500 empadronados, ha observado a muchos extranjeros que aparcan las caravanas, se montan en las bicicletas y avanzan por este itinerario de 52 kilómetros. Y españoles, que recurren estos días al teléfono municipal: «No deja de llamar gente, y preguntan: ¿Qué pasa con la vía?».
Como ha publicado ya este diario, la entidad pública Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) ha ordenado el cierre temporal de la Vía Verde de la Jara por las razones de problemas de seguridad por el mal estado del firme, la falta de iluminación en los túneles o la deficiente recogida de residuos. Estos defectos figuraban desde hace al menos dos años en la página de internet de 'Vías verdes', una red de 126 itinerarios dependientes de la pública Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
Pero el último fin de semana de octubre, un desprendimiento de piedras cortó el paso en el kilómetro 16, en el término de Aldeanueva de Barbarroya. Dos semanas después, ADIF comunicaba a los ayuntamiento la prohibición del paso. «Repercute porque parte de la gente para en el pueblo», apunta Fernández.
El alcalde jareño cree que el cierre será duradero y solo encuentra una remedio: «La única solución es que la Diputación asuma la Vía Verde. La Diputación sí puede sufragar los gastos», indica. Hace tres años, ADIF y la institución provincial iniciaron las negociaciones para la asunción del trazado, pero desde entonces no ha habido acuerdo. Este periodo de tiempo ha resultado fatal para el itinerario, que fue gestionado hasta ese 2018 por la Mancomunidad de la Vía Verde, formada por siete localidades. Una deuda de en torno a medio millón de euros dinamitó el colectivo. Desde entonces, las partículas de olvido se acumulan en el trazado que comienza en Calera y Chozas y termina cerca de Minas de Santa Quiteria.
ADIF dejaba entrever también en el comunicado del cierre temporal, sin una mención expresa, que busca un acuerdo para ceder la titularidad. «Trabaja con distintas entidades para que alguna administración se pueda hacer cargo del mantenimiento», decía.