Una mejor alimentación originó la evolución del ser humano

J. M. | TOLEDO
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La evolución del hombre y de su cerebro ha dependido durante los dos últimos millones de años de su alimentación. Al tiempo, este cerebro también ha hecho evolucionar la alimentación. Hasta ahora, momento en el que, ante la abundancia de comida, ha dejado de perder importancia la búsqueda de energía, y lo que se persigue con los alimentos son otras cosas, como el  placer que provoca.

El neurólogo del Hospital de Parapléjico Antonio Olivero repasó ayer la evolución paralela de la alimentación y el cerebro del hombre en el seno de la Semana Mundial del Cerebro. Los animales, evidentemente, buscan la comida como base energética. Lograr los vegetales necesarios llevaba a los homínidos mucho tiempo y energía. Sólo hace dos millones de años que el homo erectus comenzó a comer animales, lo que le permitió ahorrar mucho tiempo. Allí se generaron los rituales alrededor del fuego para hacer la carne. Este fácil acceso a la energía produjo un aumento del cerebro, que comenzó a facilitar la socialización. Al cooperar, los humanos pudieron cazar animales más grandes, con más carne, lo que ahorró todavía más tiempo. Pero había un problema, apuntó Olivero: había poca comida en invierno. El aumento del cerebro permitió pensar a largo plazo, lo que facilitó la agricultura, ganadería, quesos o jamón.

Al tiempo, un mejor cerebro ayuda a digerir mejor la comida. Porque ideó la creación de harinas o la cocina de las carnes.

En definitiva, apuntó Olivero, «cuanto mejor comes, mejor cerebro tienes, y cuanto mejor cerebro tienes, mejor comes, porque desarrollas técnicas para tener acceso a la comida».