Escribir un libro de memorias cuando la del autor se desvanece es arriesgado, reconoce con sinceridad Carme Elias, que mira de frente a la enfermedad que la atenaza, el alzheimer, en Cuando ya no sea yo (Planeta), un libro valiente y emotivo que la actriz ha escrito «para no ahogarme en lágrimas», confiesa.
Elias no quiere que la tristeza y los lloros sean los protagonistas de la última etapa de su vida, así que ha decidido «aceptar la enfermedad, que no es lo mismo que resignarse», y «darla a conocer porque es una dolencia que queda muy escondida en el entorno familiar y es bueno ponerle cara».
La intérprete de 72 años empieza el libro relatando los principios de su enfermedad, cuando notó por primera vez, ya hace algunos años, que le costaba recordar los monólogos y sentía cierta inseguridad ante la cámara.
La actriz, que había memorizado sin problema a lo largo de su vida papeles tan complejos como el de Marta de Terra Baixa y se había dejado querer por la cámara en La flor de mi secreto, de Pedro Almodóvar, o Camino, película con la que ganó el Goya a la Mejor Actriz, tardó en saber que los extraños fallos de memoria que estaba sufriendo eran los primeros síntomas del alzheimer.
«Cuando te dan la noticia, tu vida se corta en seco. Sabes que el alzheimer se come poco a poco el cerebro escogido, hasta dejarlo vacío. Nadie querría ponerse en tu lugar o en el de tantos y tantas que están como yo, y te sientes desgraciada», desvela. Pero Elias tiene «un ejemplo de fortaleza» dentro de su familia que le ayuda a mantenerse firme: su hermano Josep Maria, que sobrevivió a la polio con solo tres años y, a pesar de que la enfermedad le ha acompañado toda la vida, «ha sabido sobreponerse, estudiar una carrera y crear una familia».
Siguiendo su ejemplo, Carme ha aceptado su destino y ha tomado medidas para que esta dolencia, «que te lleva a un pozo de oscuridad», también aporte luz.
La primera medida ha sido hacerlo público. «Atreverme a decirlo en vez de ocultarme es una consecuencia de esa búsqueda de la verdad que siempre he perseguido como actriz», apunta en el libro.
«No debemos ocultar nuestros sentimientos más profundos por miedo a las reacciones de los otros. No hay que esconderse por temor a que nos victimicen o abandonen», añade la actriz, que dio a conocer su enfermedad en el Brain Film Fest de Barcelona en 2022.
Después llegó la propuesta del libro. «Lo pensé mucho antes de aceptar porque, aunque la enfermedad avanza más despacio de lo que pensaba, ya tengo muchos problemas para recordar -reconoce-, pero la editorial Planeta me puso todas las facilidades y siempre me ha gustado escribir, así que me lancé».
«En todas las decisiones me ayuda mucho el ejemplo de mi hermano Josep Maria, ¿os he hablado ya de él?, perdonad, es que me repito mucho, es la enfermedad», aclara, con sus hermosos ojos muy abiertos, esta mujer fuerte y vulnerable a la vez, que ha logrado escribir un libro bien hilado, pero sabe que pronto no podrá hacerlo.
«Todavía me gestiono bien cuando hablo, pero a veces me siento insegura, y es entonces cuando la actriz que llevo dentro me salva», revela. «Pocas veces los enfermos relatan la enfermedad en primera persona, porque el alzheimer no te permite expresarte cuando está encima tuyo. A mí, la profesión me da el empuje necesario para quedar con periodistas y explicarme», aclara.
«Cuando sé que tengo que salir de casa para ir a hablar de la enfermedad me parece muy duro, pero una vez en la calle me siento activa y eso me da vida. El interés que muestra la gente me ayuda a no desanimarme», añade.
Otro proyecto que tiene entre manos y la mantiene activa y motivada es la película documental que está rodando con la realizadora venezolana afincada en valencia Claudia Pinto.
«Ella viene de vez en cuando a Barcelona con su equipo de mujeres -relata- y grabamos cómo avanza la enfermedad. Confío en ella, se que sabrá detener el rodaje a tiempo y que dejará un buen testimonio de esta lacra para que en el futuro, cuando exista un antídoto o una medicina que la cure, la gente pueda decir ¡pobre gente!, ¡lo que tenía que pasar!», relata.
«Antes morían de gripe y algún día el alzheimer tendrá curación, pero mientras, hay gente como yo que moriremos de esto, o lo que es peor, que tardaremos mucho en irnos después de que el cerebro se vaya», presagia y aboga por el derecho a decidir sobre la propia muerte.
«Yo he visto a esas personas que están todo el día en una silla sin ningún estímulo, en residencias sin sabor ninguno, porque ya no las puede cuidar la familia, y no quiero que me pase eso», agrega. «Siempre creí que acabaría representando a ancianas en los escenarios, pero hay cosas que nosotros no decidimos», lamenta.