«No sólo 'De Rege et regis institutione' es considerada como la más notable y atrevida obra de literatura política escrita en España, sino que incluso se la ha llegado a comparar con El Quijote, en el sentido de que lo que representa el libro de Cervantes para la literatura, el trabajo de Juan de Mariana lo es para la teoría política». Lo dice Rogelio Fernández Delgado en la biografía que traza del Padre Juan de Mariana (Talavera, 1536-Toledo, 1624) en el Diccionario Biográfico electrónico Real Academia de la Historia.
En su Talavera natal, el jesuita tiene una estatua en la plaza que lleva su nombre, en pleno corazón de la ciudad histórica, una avenida que va a parar al río Tajo y ha dado dio nombre al primer instituto que empezó a funcionar en el curso 1965-1966, hoy IES Padre Juan de Mariana.
Reconocido, como se ve, en homenajes públicos, cuando se cumple el IV Centenario de su muerte, quizás la asignatura pendiente sea traer al presente a la figura y su importancia pública, y las razones de que siga siendo relevante cuatro siglos después.
Teólogo e historiador, no se tienen dudas de su nacimiento en Talavera, aunque fue bautizado en La Pueblanueva. Marchó muy joven a Alcalá de Henares, en cuya universidad Filosofía y Teología y con apenas 16 años ingresó en la Compañía de Jesús. Pasa su primera etapa religiosa en Roma, dando clases de Teología, viajó por Europa y se instaló en París, para volver a España, después de 13 años de experiencia en el extranjero, en 1574.
El filólogo talaverano Jaime Olmedo, director técnico en la Real Academia de la Historia, donde ha dirigido el Diccionario Biográfico Español, y uno de los principales estudiosos de Mariana, junto con el profesor Luis Francisco Peñalvez, considera que su ejemplo es válido hoy en día. Olmedo actualiza y compila su trayectoria en el trabajo «Semblanza y andanza del Padre Mariana», de 2011. «Por sus imparciales avisos al poderoso, por su desinteresada defensa del débil, por su ideal de justicia, por escribir la historia al servicio de su patria, el P. Mariana es un ejemplo válido hoy en día», dice Olmedo en este trabajo, en el que hace un recorrido crítico de los avatares de un personaje que hubo de sortear baches y enemigos.
El mayor de ellos, ser perseguido por sus obras: «Estas obras le procuraron problemas dentro y fuera de España, en París y en Madrid, fuera y dentro de la Compañía, en privado y en público», señala Olmedo sobre trabajos como su 'Historia general de España', la «historia global de España», en palabras del filólogo talaverano, de la que el Diccionario Biográfico dice: «Abarca toda la historia de España y Portugal desde los tiempos remotos hasta la muerte de Fernando el Católico».
Resalta Jaime Olmedo que las semblanzas «coinciden en caracterizar a Mariana con un espíritu indómito, un ánimo provocador y libertario, transmitiendo de él la especie de polémico, de 'díscolo, rebelde y revolucionario'». Nunca lo pretendió, asegura, destacando que fue imparcial. En sus últimos años tuvo que pasar por el escrutinio de un proceso que finalmente se saldó sin consecuencias y que no le ha impedido pasar a la posteridad. «Siempre puso al tiempo por testigo; o mejor, confió en la Providencia», recuerda Olmedo