El primer coche que recuerdo era el 'emegé' de mi abuelo. Yo era tan pequeño que no estoy seguro si llegué a verlo o si, por el contrario, es algo de lo que hablaban los mayores hasta lograr que cuajase en mi cabeza como un recuerdo. En cualquier caso, se me quedó tan grabado que luego, muchos años después, me compré yo uno. La marca británica MG, que había ido de quiebra en quiebra, pertenecía entonces a Rover.
Recuerdo con mucho cariño mi 'emegé', aunque me dio bastantes problemas. Como apenas se vendían en Italia, no había recambios disponibles en los talleres de Roma y cualquier pequeña avería se convertía en una odisea. Lo acabaron vendiendo mis padres por un precio ridículo después de unos cuantos años de desuso. Creo que el 'emegé' se devaluó mucho más rápido que otras marcas porque las fábricas cerraron y dejaron de fabricarlos.
Ahora me entero de que el automóvil más vendido en España es un MG. La cosa tiene truco. Ya no está la marca británica detrás, ni siquiera Rover. Lo que hay es un fabricante chino que ha comprado la leyenda europea y le ha colocado un diseño convincente para introducir sus coches en nuestro mercado. Si no se levantan aranceles, ocurrirá como con los japoneses y los coreanos. Entrarán vendiendo modelos baratos y terminarán por comerse el mercado.
En esto, como en todo lo demás, solo siguen un camino recorrido una y mil veces. No hay más que mirar cuál fue era el coche más vendido en España antes del 'emegé chino'. Era el Dacia Sandero, una marca rumana arruinada que compró Renault para seguir vendiendo, a precio de saldo, los viejos modelos que se le iban quedando obsoletos.