Prohibido confiarse de cara al 28-M, pero sin perder la calma. Esa es la consigna del PP, el mantra que circula por los pasillos de Génova. Y del Senado, como se pudo ver el pasado martes tras el cara a cara entre el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El duelo no defraudó a nadie, fue bronco, típico de campaña electoral, aunque no era en un set de televisión donde se enfrentaron sino la Cámara Alta. Obviamente, cada equipo subrayó que su jefe de filas había ganado, pero lo que parece claro es que hubo más o menos igualdad, y que el socialista va a seguir buscando golpes de efecto a través de promesas. Como las 20.000 viviendas sociales más que, auguró, vienen.
Que salgan estos conejos de la chistera, amén de los ataques al gallego, forman parte de la estrategia de Ferraz para reducir la distancia que marcan los sondeos de los medios. También el mensaje de que el suflé popular ha bajado en los últimos meses y que se ha esfumado la euforia del orensano al ver con temor cómo los socialistas están remontando. Pero eso no tiene por qué ser así.
El gallego no es un advenedizo, no es Casado, sino un viejo zorro de la política que sabe jugar al mus y si algo le caracteriza es su humildad, al menos de cara a la galería de la opinión pública. Prefiere ir con perfil bajo, ponerse la piel de cordero hasta el mismo día de las elecciones si es preciso para que su electorado no se duerma. Por eso se explica que haya vencido por mayoría absoluta cuatro veces seguidas en su tierra. Todo un récord. Ylo más meritorio:con él en la Xunta no han entrado en el Parlamento regional ni Vox ni Ciudadanos. Esto es señal inequívoca de que su discurso integrador fue capaz de atraer a los que se iban a fugar a izquierda y derecha.
Ahí precisamente radica una de las claves de los comicios municipales y regionales de 12 comunidades:que regresen los votos del PP que migraron a esas dos formaciones. El trasvase naranja parece que va a ser casi completo, de hecho, muchos concejales y varios alcaldes del bloque liberal, salvo en la Comunidad de Madrid -por orden de Ayuso-, reforzarán a los conservadores.
Y ahí tendrá un papel destacado el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, que tiene un perfil moderado. Así se explica que haya sido fichado para los mítines en no pocas plazas. Y no solo en las de su autonomía. Ha estado en Extremadura, en Castilla-La Mancha, en el cinturón rojo de Madrid (Alcorcón, Móstoles y Fuenlabrada) y le esperan como agua de mayo -y nunca mejor dicho- en Canarias y Baleares.
Moción de censura
En cuanto a los votos que podrían llegar de posibles desencantados con Vox, es toda una incógnita. Habrá que ver el efecto de la fallida moción de censura, si pesa el voto útil, si se considera a Feijóo demasiado blando contra Sánchez... Además, la agresividad de Ayuso en Madrid y la de Carlos Mazón en Valencia puede seducir a algún abascalista.
No son pocos los que piensan que el efecto caballo ganador va a movilizar, como es norma habitual y más en un ambiente político tan polarizado, a muchos. Yahí encontramos una fecha marcada en rojo en Génova:21 de mayo. Lugar:Plaza de toros de Valencia. Fue un emblema de las mayorías absolutas del PP en la época de Rita Barberá, Francisco Camps, Eduardo Zaplana, José María Aznar y Mariano Rajoy. Los tiempos han cambiado, pero llenar el aforo supondría una pequeña victoria moral para los populares.
Utilizando el diccionario taurino, donde pincharán sin duda alguna los conservadores será en Navarra, que hasta no hace mucho era un feudo de la derecha. Ya no queda nada de la alianza entre UPN y los populares. Fue fructífero Navarra Suma hace cuatro años, con estos dos partidos y Cs, pero dar cobijo a los dos tránsfugas regionalistas del Congreso, Sergio Sayas y Carlos García Adanero (candidato a la Alcaldía de Pamplona), le podría salir caro a al orensano.
Pero esa es otra historia, porque aparte de esa derrota casi segura, hay otros partidos por resolverse. A priori «hay muchos balones en el poste» en bastantes comunidades autónomas y municipios. Quizás, como en la película Match point, de Woody Allen, la pelota se encuentre ahora mismo justo sobre la red, balanceándose caprichosa en el filo y puede caer hacia un lado u otro. Esa es la política, esa es la vida.