Arrestados tres 'maletillas' por echar a perder 20 reses bravas de una finca

J.A.J./Toledo
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Los jóvenes fueron sorprendidos por la Guardia Civil y la Policía Local cuando toreaban los astados de noche aprovechando la luz de la luna llena. Su dueño valora el perjuicio total sufrido en 53.000 euros. Los animales deberán ser sacrificados

Maletilla parece, en pleno siglo XXI, una palabra en desuso que remite a un fenómeno ya de por sí arcano como el de los arcanos. Pero aún existe aquel que, como describe el Diccionario de la Real Academia, es una «persona joven que, desasistida de medios y de ayudas, aspira a abrirse camino en el toreo comenzando a practicarlo, a veces, en las ganaderías o procurando intervenir en tientas, capeas, becerradas...» La palabra les cuadra a los tres protagonistas de esta historia, detenidos por seguir el rito de torear a la luz de la luna llena en una finca de reses bravas de Oropesa sin contar con el permiso de su dueño. Sin embargo, el resultado de su acción al dejar para el arrastre a 20 astados que deberán ser sacrificados por no ser ya aptos para la lidia, lo que provocará al ganadero una pérdida de 53.000 euros, cuadra más con la palabra de la que deriva maletilla. Se trata de maleta, que en el mundo taurino significa según la RAE «mal torero».

Según ha informado la Guardia Civil en un comunicado, los hechos que han llevado a estas detenciones se iniciaron el pasado domingo día 1, el mayoral de una finca puso en conocimiento de sus agentes en Oropesa sus temores de que durante esa noche de luna llena se presentaran personas ajenas a la fina a torear las reses bravas que crían. El empleado sospechaba que esto ya pudiera haber ocurrido durante la luna llena anterior.

Los guardias recabaron apoyo de sus compañeros de la Policía Local de Oropesa y, junto al mayoral, se dirigieron a esta propiedad, la finca Valderrevenga, campo a través, caminando entre las reses unos tres kilómetros. De este modo, llegaron con sigilo al tentadero donde se lidian los astados de la explotación y comprobaron que sus cierres habían sido forzados. También observaron a tres personas, dos dentro toreando un novillo y la tercera en la parte superior haciendo labores de vigilancia. Igualmente pudieron comprobar que tenían apartados otros ocho novillos dentro de los corrales del coso. Al percatarse estas personas de la presencia de los agentes intentaron emprender la huída, pero uno de ellos fue interceptado en el interior de la plaza  y otro en el prado contiguo. El tercero fue identificado días después.

No ha trascendido la identidad de estos individuos, aunque  se sabe que han hecho sus pinitos como novilleros. Sobre uno de ellos pesaba una orden de busca y captura, aunque por un hecho diferente al que le ha llevado a este arresto.

Los tres sujetos han sido detenidos e imputados por un delito de daños tras denunciar el dueño de la finca los perjuicios sufridos por sus reses. Hay que recordar que el reglamento taurino impide que astados tuertos o con daños en sus cornamentas, que han podido ser provocados por los imputados con sus manejos, lleguen a festejos taurinos excepto como desechos de tienta, con la consiguiente pérdida económica para la ganadería.

Al alcalde oropesano, José Manuel Sánchez, no ha dejado de sorprenderle lo ocurrido, más cuando la práctica de colarse en una finca para tentar a un toro no resulta ya usual en su comarca, con gran tradición de ganadería brava. «Es una tradición muy antigua la de los maletillas que se metían en las fincas, pero esto hacía tiempo que no se veía», admite.

En busca de una oportunidad.

La figura del ‘maletilla’ ha ido quedando en el olvido con la regularización de la formación  en el toreo a través de las escuelas taurinas, pero hasta hace unas décadas era la única vía para llegar a ser matador para aquellos que carecían de padrinos o posibles para llegar a ser profesionales de la llamada ‘Fiesta Nacional’.

Los maletillas aprovechaban festejos de pequeñas poblaciones, en el que se permitía el toreo libre, para mostrar su talento confiando en llamar la atención de un empresario. Aprendían colándose en ganaderías y tentando a astados en noches de luna llena en las que las fincas quedaban sin vigilancia.

Pocos lograron llegar muy lejos como maletillas. Una excepción la marcó Manuel Benitez ‘El Cordobés’, un hombre nacido en la pobrezaque casi desde niño se tuvo que jugar la vida en espectáculos de pueblo hasta que, en los años 60 del siglo pasado, se convirtió en una de las grandes figuras del Arte de Cúchares.

La masacre de Cieza.

La costumbre de algunos maletillas de entrar a escondidas en ganaderías para practicar el toreo tuvo consecuencias trágicas para tres de ellos en Cieza (Murcia) en 1990. Tras ser interceptados por empleados de una finca murieron acribillados a tiros de escopeta. El propietario de la finca y un mayoral suyo fueron condenados cada uno a 81 años de prisión por  los tres asesinatos.