Enclaves templarios de la provincia de Toledo (III)

José García Cano*
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La localidad de Cebolla poseyó un castillo muy cerca de la población conocido como el castillo de Villalba, el cual fue donado por el rey Alfonso VII a la Orden del Temple, que debía defenderlo y consolidar la zona como enclave cristiano

Restos del castillo de Villalba en Cebolla. - Foto: Diputación de Toledo

Seguimos recorriendo los caminos templarios de nuestra provincia para llegar a la localidad de Cebolla, dirección Talavera de la Reina. Recomendamos visitar la iglesia de Cebolla, dedicada a San Cipriano, de la cual destaca su torre de cuatro cuerpos que está coronada con la imagen de un Cristo Redentor, aunque también destacamos su altar mayor en el que encontramos un cuadro con el Martirio de San Cipriano que realizó el pintor natural de Consuegra José Jiménez Donoso. La localidad de Cebolla poseyó un castillo muy cerca de la población conocido como el castillo de Villalba, el cual fue donado por el rey Alfonso VII a la Orden del Temple, la cual debía defenderlo y consolidar la zona como enclave cristiano. A este castillo pertenecían las llamadas 'casas de Cebolla', lo que fue el germen de esta localidad, así como las alquerías de Sanchón y la Aldehuela. En este castillo también se refugió el rey Juan II de Castilla durante su huida de Talavera, pasando tiempo después a la familia de los Condes de Fuensalida y a los Duques de Frías, entre otros propietarios. En la iglesia parroquial de Cebolla se conserva el Cristo de la Salud que antaño estuvo custodiado en el castillo y quizá de origen templario, aunque la falta de documentos nos impide asegurar este extremo. En aquella época templaria a esta imagen se la denominaría el Cristo de la Buena Muerte y según algunos autores (Rodríguez Bausá, 2009) quizá estemos ante uno de los pocos cristos templarios de nuestro territorio.
Alrededor de este enclave templario de Cebolla y Villalba, se cuenta cierta leyenda que tiene como protagonistas a Isidro de Merlo (más conocido por todos como San Isidro) y a su esposa llamada María Toribia (es decir Santa María de la Cabeza), los cuales eran unos campesinos que trabajaban al servicio de la Orden del Temple, cuyos caballeros aprovecharían la devoción y la rectitud cristiana de ambos santos para aumentar la buena fama de esta orden, relacionándose también con estos caballeros al propio hijo del matrimonio llamado San Illán Labrador o también San Illán Templario, para el cual se levantó un santuario ubicado también en Cebolla. De San Illán sabemos que nació en Torrelaguna, localidad donde San Isidro se encontraba trabajando como labrador y su esposa como santera, precisamente en otra iglesia templaria donde se veneraba (y esto no es casualidad) la imagen de una virgen negra, concretamente la de Nuestra Señora de la Piedad. En el interior de la misma se guardó el cuerpo incorrupto de San Illán Templario, incluyendo su cabeza que se colocó en un precioso relicario, para mayor adoración al santo, al cual veneraban con mucho respeto los caballeros templarios y los propios vecinos de la comarca, por relacionarse con él diversos milagros, como por ejemplo el ocurrido a sus padres cuando llegaron a Madrid, los cuales presenciaron la resurrección de Illán después de haber muerto y caído a un pozo. Una vez que murió San Isidro, su hijo Illán se trasladaría a Cebolla, estableciéndose como ermitaño muy cerca del castillo templario de esta encomienda, donde continuó realizando milagros y prodigios, muchos de ellos con animales y con el campo como protagonistas, siguiendo la estela milagrosa de su padre.
En la ermita de San Illán Templario destacamos la azulejería del siglo XVIII que posee el edificio, en la que se aprecia la vida de este santo y el momento en el que la virgen se le aparece, la cual le señaló donde debía clavar su ahijada para encontrar agua o de como resucitó al caballo de su amo. Entre otras historias reflejadas en estos azulejos también aparece San Illán labrando con unos toros bravos a los cuales amansó y la leyenda del toro rabioso que descubrió el sepulcro del santo. Como podemos apreciar, alrededor de este personaje no solo hay tradición templaria si no multitud de historias increíbles y milagrosas. Por lo que respecta a las casas de Villalba de Bolobrás y Cebolla (como así las denominan los documentos más antiguos) no está claro si realmente fue encomienda templaria o estuvo incluida en la de Montalbán, si bien es cierto que la falta de ese archivo histórico templario se suma de nuevo para dejar muchas lagunas históricas con respecto a esta orden militar. No obstante, recomendamos encarecidamente la visita a esta localidad toledana repleta de historia y de leyendas y en la que podemos encontrar también muchos parajes y enclaves naturales que son dignos de conocer y disfrutar, donde además de empaparnos de historia, disfrutaremos del encanto que guarda nuestra provincia.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.