Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


A Belén pastores

28/12/2023

Dice el Evangelio de San Lucas que unos pastores, que velaban por turno a su rebaño durante la noche, fueron los primeros a quienes un ángel del Señor dio la buena noticia del nacimiento del Mesías, animándoles a que fuesen a adorarle a Belén. Los pastores puede que sean un símbolo de la necesidad de velar y alzar la mirada, más allá de nosotros mismos, para percibir las señales y recibir los mensajes divinos, pero, sin duda, son los personajes que con mayor probabilidad se encontrarían por los campos, hace 2023 años y hasta hace relativamente bien poco.
Son precisamente los pastores dedicados a «una práctica ancestral que proviene de un profundo conocimiento sobre el entorno e implica prácticas sociales y rituales relacionados con el cuidado, la cría y adiestramiento de animales y con la gestión de los recursos naturales» los protagonistas de la trashumancia en España declarada este mes de diciembre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y cuya obra de referencia es la del hispanista norteamericano Julius Klein, autoridad indiscutible sobre la Mesta y la ganadería durante la Edad Media y Moderna.
Aunque suele ser frecuente considerar su arraigo en España desde el siglo XIII tras recibir el  Honrado Concejo de la Mesta los privilegios de Alfonso X, el mismo Klein hace referencia a consejos pastoriles mucho más antiguos que serían su protohistoria. Tales como los concejos locales de pastores, supuestamente existentes desde los visigodos, conocidos en Aragón como 'ligallos' y como mestas en Navarra y en Castilla; las asambleas o mestas municipales previstas en los fueros de las ciudades que regulaban las reuniones y prácticas ganaderas de los pastores del municipio y otras mestas más poderosas, dotadas de privilegios reales, en Aragón y Castilla que contaban con ordenanzas escritas y de sus propios alcaldes.
Según Klein, más que interpretarla como fruto de un conflicto entre agricultores y ganaderos, imagen peyorativa de los siglos XVII y XVIII, la Mesta bajomedieval hay que entenderla como una relación agropastoril equilibrada con el campo, donde sus ganados eran bien recibidos por los labradores como restauradores de la fertilidad de los suelos, y cuya eficacia productiva aseguraba excelentes vellones destinados a los mercados textiles franceses, flamencos e ingleses, superando, con ello, la autarquía económica del reino. En particular, también en opinión de Julian Bishko,  su organización institucional deriva de las disputas por el control de las tierras de pastos entre los ganaderos del norte y del sur. Cuando los pastores de Castilla pretendían avanzar más allá de la Sierra de Guadalupe y de los Montes de Toledo para aprovecharse de las extensos pastos recién conquistados de Extremadura y la Mancha, chocando con las Órdenes Militares y los nuevos concejos que querían reservarlos para sus ganados o cobrar a los forasteros. Los pastores del norte se asociaron para autoproteguerse y fue esta mesta de pastores la que obtuvo en 1273 de Alfonso X su reconocimiento jurídico y privilegios.