Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


La barrera de la edad

20/05/2024

El foro nacional de la ganadería extensiva -celebrado en Toledo- nos deja el mejor diagnóstico de situación para poder calibrar el futuro que tienen las cabañas que pastan, pastorean, desbrozan, mantienen limpios nuestros montes y nos proveen de carne, leche y derivados.
Los problemas son tres: uno de relevo generacional, faltan pastores y jóvenes dispuestos a dar continuidad al oficio de sus padres o familiares, otro de sanidad que requiere de una gestión sencilla y menos burocrática para el control de las enfermedades clásicas o emergentes, y definitivamente de rentabilidad en un mercado global y con un consumo de carne en claro descenso.
Y así estructuró el Ministerio de Agricultura las mesas de trabajo con la ayuda de las principales comunidades autónomas que después deben gestionar estas políticas y estrategias. Todo bajo un formato de interlocución novedoso, directo, cara a cara, constructivo y realista, y bajo la exigencia del propio MAPA de hablar "sin cortapisas" y "con franqueza", como indicó en la jornada inaugural el secretario general de Recursos Agrarios, el talaverano, Fernando Miranda.
En este encuentro se trataba de no andar con rodeos para aportar soluciones, y de ahí que las conclusiones sirvieran para que el Ministro Luis Planas lanzase en la clausura otra batería de 10 nuevas medidas que previamente habían consensuado los integrantes de estos grupos, desde los técnicos de las organizaciones agrarias representativas, Asaja, Upa, Coag y Unión de Uniones, hasta interprofesionales ganaderas como Interovic, cooperativas como COVAP, la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA) y otras asociaciones como la recién creada ANGGEX de ganaderos en extensivo de toda España que aspira a constituir un lobby a nivel europeo para abrir los ojos a la Comisión y el Parlamento antes de legislar, como ahora plantean con el nuevo reglamento de transporte de animales vivos por carretera.
En una conversación sosegada y tranquila "A Pie de Campo", su presidente Felipe Molina -que diariamente pastorea su rebaño por los montes de su Córdoba natal, en las faldas de Sierra Morena-, reivindicó el derecho del ganadero a recibir una compensación por los beneficios medioambientales y ecosistémicos que "regala" a toda la sociedad.
Para entendernos, igual que algunas administraciones han implantado una "ecotasa" para el turismo por su impacto ambiental, quizás los productores estén en su derecho de que alguien pague por captar ese CO2 de polución envenenada de las grandes ciudades o polígonos industriales, gracias a la gestión y mantenimiento de sus pastos, por ejemplo.
Resulta por ello interesante que, tratándose de cabañas tan vulnerables, el Ministerio se haya comprometido a crear una Intervención sectorial para el ovino-caprino con presupuesto desde donde configurar ayudas directas que apuntalen la viabilidad.
Sin embargo, el gran problema parece estar en la falta de jóvenes dispuestos a seguir careando esos rebaños. El extensivo necesita urgentemente de sabia nueva y ahí es donde está el principal socavón en el camino por falta de vocaciones, a veces tardías pero estas surgen cuando surgen.
Hablamos de un trabajo tan sacrificado como poco atractivo para las nuevas generaciones del "Tik Tok" por el problema de horarios y descansos. El oficio, además, necesita contar con una formación muy cualificada que no siempre se hereda y que tiene que ver con el conocimiento de los animales, de esas cabañas, su manejo y su relación con el entorno y la fauna silvestre que convive en esos ecosistemas. Interesante en este sentido la escuela de pastores de la región, aunque veremos cuántos aspirantes finalmente "se ordenan".
Si a todo ello le sumamos que las ayudas de incorporación mantienen la barrera de los 40 años, cualquiera que supere ese tramo de edad estará fuera de los apoyos directos públicos tan necesarios para arrancar. Cierto es que en la región, la última convocatoria -que sigue en plazo hasta el próximo 17 de junio- prima ahora los proyectos que presenten los ganaderos. Pero la edad sigue siendo un hándicap frente al elevado envejecimiento.
Pasa también en las explotaciones de titularidad compartida donde las organizaciones agrarias vienen pidiendo que se levante la horquilla de edad por encima de los 50 años para no excluir de las bonificaciones de la Seguridad Social a las mujeres que finalmente den el paso.
Esta "llamada" no siempre se produce cuando todos desearíamos.