Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Qui tacet, consentire videtur

08/11/2023

Hoy pensaba hablarles de un hecho alegre, festivo, la celebración, el próximo sábado 11, en Sonseca, del centenario del nacimiento de Martín Martín Martín-Tereso. Pero la gravedad de los acontecimientos que estamos viviendo en España me ha hecho cambiar de opinión. Porque estamos siendo testigos de la mayor crisis de nuestra democracia, una situación de tal magnitud que, abierta de modo irresponsable la caja de Pandora, no sabemos a dónde nos va a conducir. Pues toda revolución, como conoce cualquier historiador, nunca resulta controlable por quien la inicia. Y lo que estamos viviendo es semejante a una revolución. Por ello, y desde el respeto a quien no esté de acuerdo conmigo, siento que, como ciudadano libre, responsable y comprometido con la res publica, no puedo callar. Hacerlo me convertiría en cómplice, pues, como reza el viejo adagio latino, qui tacet, consentire videtur, 'quien calla otorga'.
Hemos asistido, en pocos días, al cruce de unas líneas rojas, legales y éticas, que quien las ha traspasado negaba o rechazaba solemnemente hace, según los casos, días, semanas o meses. Hemos visto como un golpista, huido cobardemente en un maletero, está humillando públicamente al presidente en funciones, a un partido centenario y a toda la ciudadanía. Y hemos contemplado, atónitos, quizá sin ser capaces de creer en la gravedad de lo acontecido, como el presidente en funciones ha aceptado la humillación, una vez más «ha cambiado de opinión», no para buscar el bien común, que debiera ser el objetivo de todo político, sino para una perpetuación en el poder que se antoja enfermiza. Con el beneplácito cobarde de quienes podían haber parado esta deriva, pero que, por acción u omisión, tal vez porque fuera de la política no tienen oficio ni beneficio, han preferido asentir o callar. ¡Cuánta decepción!
Como ciudadano, me siento indignado, triste, terriblemente preocupado. La amnistía a unos golpistas, a quienes se saltaron la ley en 2017, utilizando el dinero público; incluyendo a quienes realizaron actos de terrorismo e incluso, rizando el rizo de la humillación, pidiendo que se extienda al clan de los Pujol, rompe, más allá de los tecnicismos legales, la igualdad de todos ante la ley. Las revoluciones decimonónicas trajeron la igualdad entre todos los miembros de la nación, convirtiendo al pueblo español en el único sujeto de la soberanía nacional -que no popular-, acabando con los privilegios derivados de pertenecer a un estamento, a un determinado territorio, de profesar una religión u ocupar un determinado cargo. Ahora, a unos políticos que han delinquido, se les pasa página, se condonan deudas millonarias, se acepta todo –y quizá aún más-, sólo por permanecer en el poder. ¿Realmente le vale la pena, señor presidente, la ruptura social que está aconteciendo, el enfrentamiento entre la ciudadanía que está reviviendo?
Decía Cicerón que 'somos esclavos de las leyes para poder ser libres'. Las leyes son nuestra mejor garantía de libertad. Fuera, sólo tiranía.

«¿Realmente le vale la pena, señor presidente, la ruptura social que está aconteciendo?»