«Juro que duró tanto que pensé que el suelo se iba a abrir y tragarnos. Si hubiese durado unos segundos más, yo creo que estaríamos muertos». Es el desgarrador relato de una de los supervivientes de la serie de devastadores terremotos que sacudieron ayer el sureste de Turquía, cerca de la frontera con Siria, dejando más de 3.000 víctimas mortales.
Los testimonios que llegan desde las zonas afectadas muestran una situación terrible. En plena madrugada, la primera sacudida, de 7,4 grados, sorprendió a la mayoría de las víctimas durmiendo en sus casas. Muchos no tuvieron la suerte de poder escapar. Mientras, el dolor y la angustia se han apoderado de quienes sí lo hicieron, que, entre lágrimas, intentan mantener la esperanza de encontrar con vida a los familiares que permanecen entre los escombros.
«Estábamos durmiendo y de pronto toda la casa comenzó a temblar, vivo en un tercer piso y parecía que se estaba quebrando. Salí corriendo de la cama, cogí a mi familia y apuramos hacia el coche», cuenta uno de los afectados, que vivió el terremoto en la ciudad noroccidental siria de Alepo, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
"Pensé que el suelo se iba a abrir y nos iba a tragar" - Foto: Khalil HamraEn su huida, el hombre pudo comprobar que los inmuebles de su zona habían sufrido en general daños leves, al igual que el suyo, pero otras áreas de la localidad no corrieron la misma suerte. Otra vecina de Alepo relata una vivencia muy similar, y explica que el temblor les sorprendió a oscuras, en medio del racionamiento de electricidad que se aplica en el país.
El impacto para otros fue de tal grado que hablan incluso de un «apocalipsis», especialmente tras el segundo terremoto, de 7,6, que se registró pocas horas después. «No recordaba haber sentido nada igual en sus 40 años de vida», se lamenta uno de los afectados.
Sin poder contener las lágrimas, otro de los supervivientes relata desde uno de los hospitales cómo fue testigo del derrumbe del edificio que vivía con su familia en el pueblo de Azmarin, fronterizo con Turquía. Todos sus vecinos murieron. Ellos consiguieron escapar de milagro. «Con mi mujer y mis hijos, corrimos hacia la puerta de nuestro apartamento del tercer piso. Cuando la abrimos, todo el edificio se desplomó», cuenta emocionado. «Los muros nos cayeron encima, pero mi hijo consiguió salir y empezó a gritar. Luego la gente vino y nos sacaron de los escombros», detalla.
"Pensé que el suelo se iba a abrir y nos iba a tragar" - Foto: Associated Press/LaPresseEntre aquellas personas que vivieron el horror, también hubo españoles, aún sin poder superar el «miedo» que pasaron cuando «todo se movía» bajo sus pies. «Hay gente que ha salido corriendo, gritando... no sabían qué hacer», recuerdan.
La misma escenas de devastación se extendió por las principales ciudades afectadas de ambos países y las imágenes que los ciudadanos han compartido en sus redes sociales a lo largo de las últimas horas dejan ver a cientos de personas intentando buscar a sus vecinos entre las cenizas, ruinas y escombros de los edificios destruidos.
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Con todo, entre la conmoción y de las duras imágenes, las labores permitieron recuperar con vida a algunos atrapados. En la provincia de Kahramanmaras, una mujer fue localizada 12 horas después del temblor, y en Diyarbaki, un hombre fue rescatado tras 14 horas, devolviendo algo de esperanza a un territorio duramente castigado.