La península de Anatolia es una cuna de grandes talentos futbolísticos a nivel internacional. Sin embargo, Turquía, como sucede en los países del norte de África, genera proyectos de jugadores que en su edad más temprana maravillan por su talento innato, pero que esa gracilidad que muestran en el juego también tiene continuidad en una fragilidad mental que, en muchos casos, no les permite progresar como las expectativas habían indicado. El penúltimo 'jugón' otomano se llama Arda Güler, y por él ya suspira media Europa.
Los 'gigantes' del Viejo Continente se frotan las manos por el que es el último ilusionista dentro de un fútbol mucho más mecanizado y previsible. Hay nombres de todos los colores: los dos conjuntos de Milán, los dos de la 'factoría' Red Bull, algunos de la Premier League y, sobre todo, Real Madrid y Barcelona.
Los dos grandes de LaLiga entraron la pasada semana casi a la vez en la puja por Güler. La cláusula de rescisión de la nueva 'perla' del Fenerbahçe asciende solo a 18 millones de euros, lo que le hace estar al alcance de cualquier conjunto de una competición potente europea.
En su constante lucha a todos los niveles, los merengues y los azulgranas quieren sumar a sus respectivos proyectos al genial zurdo. El combinado de Chamartín, según reveló un diario deportivo nacional, piensa en el turco para el Castilla, donde se foguearía de cara a dar el salto a la élite. Por otro lado, el bloque culé lo sumaría de inmediato al primer equipo, aunque cuesta pensar en que tuviera sitio en el once titular de Xavi Hernández, que presenta en el centro del campo una gran competitividad.
Ilusionista
En su segunda temporada, formando parte de la plantilla absoluta del Fenerbahçe y tras haberse asentado también en la selección otomana, Güler dará el salto desde el torneo turco hacia otro de mayor entidad. Fuera de la península de Anatolia cuesta pensar que el centrocampista pueda sacar a relucir su juego descarado y habilidoso, cargado de plasticidad y belleza, algo que le hace ser un ilusionista en un juego que rara vez se sale de la norma en el alto nivel.
El otomano tiene una pierna zurda de seda, desde donde da rienda suelta a un torrente de fútbol casi inabordable a sus 18 años cumplidos. Cuando recibe el balón, lo complicado es pensar qué recurso usará para librarse del rival que tenga enfrente. No destaca en lo físico ni en velocidad en carrera, lo hace, sobre todo, por la combinación entre su privilegiada técnica y su rapidez mental.
Su juego explota en el último tercio del terreno de juego, ya sea ubicado por dentro, como enganche entre los delanteros y el centro del campo o algo escorado al costado derecho, como extremo diestro, aprovechando su condición zurda para hacer la típica diagonal hacia dentro y ganar zonas de influencia tanto para un posible disparo como para un pase.
Su explosión esta campaña ya ha sido tan sumamente bestia que también ha tenido tiempo para debutar en Europa (lo hizo en la Liga Europa). En los 35 encuentros que ha disputado en el curso 22/23 ha convertido seis goles entre todas las competiciones y ha repartido siete asistencias.
Sus números y descaro no ha pasado desapercibido en Europa y los grandes equipos ya se han puesto manos a la obra para contratar a la nueva 'joya' que ha dado Anatolia.