Un grupo de millonarios de Estados Unidos, casi todos de Silicon Valley, quieren construir una nueva ciudad en la que las personas tengan más importancia que los automóviles, los espacios verdes más que el asfalto, las viviendas asequibles más que el beneficio especulativo, la seguridad colectiva antes que la individualidad enjaulada. Sería una ciudad de mediana población, con calles amigables, sostenibles, limpias, con mantenimientos continuados. En sus calles podrían jugar los niños del barrio sin la inquietud de  los padres, de los abuelos o de los cuidadores.
Las personas de  cierta edad recordarán el modelo de convivencia en  muchos de los pueblos y ciudades de España. Toledo se situaba entre esas ciudades. Aún no se habían hecho transformaciones para convertir las calles en pistas de coches. Esa modernidad que alteró el trazado urbano medieval. Las puertas  permanecían abiertas y nadie desconfiaba de nadie. Se parecía a lo que ahora sueñan unos magnates de California. Las grandes ciudades resultan insoportables. Próxima tenemos la gran urbe de Madrid en la que la gente anhela el fin de semana para salir corriendo de la angustiosa colmena. Invaden los lugares cercanos, las poblaciones limítrofes. Los masifican, los hacen insoportables por lo menos por dos días o los más amplios de fiestas locales. Sus escapada "de finde" alteran los ritmos ciudadanos de quienes todavía aspiran a vivir en lugares como los soñados por los millonarios de Silicon Valley.
La ciudad que pretenden construir no está muy lejos de la  ex -romántica San Francisco, que está en punto de colapso. Ha dejado de ser el escenario de los apasionados personajes de la película 'Vértigo', de Alfred  Hitchcock, o de las persecuciones  por sus calles del detective Steve Mc Queen  de 'Bullitt'. Los detectives privados,  tipo  Hammett o modelo Chandler, se perderían entre aceras llenas de mendigos, drogadictos, comercios cerrados, bares y restaurantes clausurados. Apenas queda el recuerdo de la ciudad de los 'hippies' a donde los jóvenes  huían de sus padres  en el año del amor, las flores y las drogas. Nada de esos mundos queda, salvo la nostalgia de los tiempos desparecidos.  Sin embargo, existen en España lugares que, mejorados, sostenibles y verdes, se pueden parecer a cualquier ciudad inventada por ricos de California o de los Emiratos Árabes. No los destruyamos.