«La danza está sufriendo una crisis tremenda»

M.G
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La bailarina y coreógrafa María Pagés encandiló al público el domingo en el auditorio del Palacio de Congresos con su espectáculo 'Paraíso de los negros'. María, premio Princesa de Asturias 2022, lleva años visibilizando y reivindicando la danza

María Pagés en un momento de su actuación - Foto: María Alperi

María mira el reloj y hace un alto en una agenda pensada al milímetro cada vez que se acerca un espectáculo. Toca ultimar detalles del montaje, probar luces, ensayos y todo lo que rodea a una exquisita puesta en escena que exige horas de dedicación que se quedan entre bambalinas. Pero está contenta y concienciada de que los medios pueden ser un potente altavoz para seguir reivindicando mayor espacio para la danza en las artes escénicas. Esta reconocida bailarina y coreógrafa, premio Princesa de Asturias de las Artes el año pasado, sufre por la tremenda crisis en la que continúa sumida la danza desde la pandemia de covid, y no está dispuesta a parar de decir a los responsables políticos que se mojen, protejan y potencien una disciplina tan nuestra y tan sentida.

El espectáculo 'Paraíso de los negros' acaba de pasar por el Palacio de Congresos de Toledo. ¿Qué cuenta este montaje?

Es una co-creación que hemos hecho El Arbi El Harti y yo junto a un equipo artístico que nos acompaña siempre. Es un solo a nivel de danza, pero estoy acompañada por seis músicos fabulosos, con música en directo y original, como siempre también. Además, hay que destacar la dramaturgia, las letras, que son poemas cantados y contados por las cantaoras, con una puesta en escena original y muy dramática. La obra tiene una intensidad tal que cuando se levanta el telón agarra al espectador y no lo suelta hasta el final. 

La obra se estrenó en una situación muy especial, en 2020, después del confinamiento, pero no nació por él y resulta curioso cómo cuando Arbi y yo propusimos hacer esta obra hablábamos de los confinamientos internos, de todos esos impedimentos, muros y fronteras que nos ponemos siempre a la hora de comunicarnos. Y poco después llegó el confinamiento, como si la obra fuera premonitoria de lo que íbamos a pasar todos. 

También es una obra liberadora al final porque en la vida siempre estamos en esa lucha por superar nuestras propias dificultades y muros internos para expresarnos mejor, ser más felices y más libres. Si pensamos, sobre todo, que todas esas fronteras que fabricamos para separarnos, dejar de comunicarnos y tener una relación fluida con el otro nacen desde nuestro interior. 

 ¿Cuánto de Lorca hay en 'Paraíso de los negros?

Ya el título viene de un poema que está dentro de 'Poeta en Nueva York', que se llama 'Norma y paraíso de los negros'. Y al investigar sobre el poema, su época y el título que nos servía de arranque, nos dimos cuenta que había otro libro, de Carl Van Vechten, que se editó tres años antes que el de Lorca hablaba de un americano que vivía en Nueva York y hablaba de Harlem y de todo, que luego Lorca expresó de una manera magistral en 'Poeta en Nueva York'. Hay de él y de esa época fundamental de inflexión que fueron los años 20, un momento de preguerra y de posguerra en relación a los dos conflictos mundiales. Y todo ello está ligado, pero lo interesante es que las artes interactúan entre ellas y no paran de dejarse de influir, un aspecto fundamental a la hora de entender cuánto hay de García Lorca y cuánto hay en Lorca de una manera y de una filosofía de vida que trata de la libertad y la autoridad, dos principios opuestos. 

Obviamente, la obra tiene un discurso filosófico muy pensado y trabajado. Y la manera de trabajar de Arbi y mía también, partiendo de esa dramaturgia como un guión, como una película y todo nace de algo que ya está escrito. Partimos de una base donde hay mucho ya contado y de ahí surge la creación coreográfica final. 

La obra está dividida en diez escenas...

Sí. Cada una nos va llevando a diferentes espacios según diferentes referencias. La primera es el miedo, eso que pensamos. Cualquier acto de violencia tiene un origen en el miedo y la inseguridad. Todo lo que proponemos musicalmente tiene inspiración flamenca o es flamenco directamente. Hay tarantos, bulerías, tangos, tonás, fandangos…, y todos interpretados por unos músicos maravillosos que están en escena conmigo. También es muy importante el trabajo de iluminación en todas las obras porque de alguna manera la luz es escenográfica y el resultado es justo lo que queríamos. 

Llama la atención que una artista tan reconocida y completa como tú hables en entrevistas de la edad y de las limitaciones corporales. ¿María Pagés, bailarina, coreógrafa y empresaria siente tanto estas barreras?

Durante toda la vida tenemos limitaciones y somos una continua transformación desde que nacemos hasta que morimos. Cada día somos diferentes y hay pasos de gigantes. Veo en mi madre, que ahora tiene 93 años, que ya no es la misma porque los pasos que va dando físicamente son más rápidos por su edad. En cambio, en otras etapas de la vida parece que vamos a ser eternas porque parece que no vamos a cambiar porque nos sentimos plenas de energía, de fuerza y de luz. El cuerpo que habitamos va cambiando y son diferentes limitaciones. 

Ahora mismo siento que a nivel de experiencia tengo menos limitaciones y soy más sabia que cuando era más joven, así que tengo esta contraprestación ante el cambio físico. Voy a cumplir 60 años y quiere decir que mi cuerpo no es el mismo que el que tenía hace treinta años menos. Pero las limitaciones no las entiendo como algo negativo  y lo importante es acompañar y no ponerse en contra de la evidencia y de la propia naturaleza. 

Por supuesto, ahora no puedo hacer cosas que hacía hace treinta años, pero también puedo hacer otras que tampoco hacía antes porque soy más sabia y lo digo con mucho orgullo. He entendido que hay que aprender de una vida que te enseña tantas cosas.

¿Cuánto bailas al día para mantenerte tan bien en escena?

Depende. Antes tenía regularidad porque es fundamental. Un bailarín, una bailarina y los bailaores quieren siempre mejorar y me mataba horas y horas, pero ahora mi cuerpo no puede hacer lo mismo y lo que hago es cuidarlo y mantenerlo. 

Antes no me cuidaba nada porque hay que entender que somos como deportistas de elite y sometemos al cuerpo al límite, y aunque no se suele hablar de todo esto, es necesario para llegar a un nivel técnico y de seguridad. Luego llega la sensibilidad y ese espacio de emoción que únicamente las artes pueden transmitir. Ahora me cuido, hago los ensayos, trabajo mucho en el Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada, que abrimos hace cinco años, y está impulsando todo lo que tenga que ver con ayudar a dignificar la danza, a ponerla en valor y a darle más visibilidad.

Llevas años reivindicando que el flamenco y la danza en general tienen que tener una mayor proyección cultural. Además, la Sociedad Española de Autores y Editores (SGAE) ya lanzó algunas cifras que dan a entender la complicada situación por la que atraviesan, ya que en 2020, únicamente el 4,3% de las representaciones de artes escénicas en España tenían relación con la danza.

Son muy pocas, sí. Es una realidad y llevamos tiempo reivindicándolo desde el centro. El sector de la danza está pasando una crisis tremenda desde la pandemia porque no se repone, igual que el del teatro sí lo ha hecho, y es muy grave porque si continúa así gran parte del sector desaparecerá. Es una tragedia y reivindicamos que se programe más danza, que los responsables tengan voluntad de programar danza y hagan el esfuerzo de ser sensibles. 

Lo que no se entiende es que se haya dejado de programar la danza y hay una responsabilidad de lo que se programa y está claro que el público no puede ir a ver espectáculos de danza porque no se programan, no porque no quieran. Tenemos un importante reto ahí y grandes espectáculos y creadores.