'De las armas y las letras', texto para el Día del Libro

Antonio de la Cruz
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Y qué mejor manifestación que un ejemplar del Quijote de la Biblioteca del Museo del Ejército, que cumple 125 años de su edición

Composición con el inicio del capítulo XXXVIII del Quijote. - Foto: Pilar Cembrero

Se podría decir del autor del Quixote, leyendo el capítulo 38 de la primera parte, que tiene en el espíritu la condición de soldado, simiente que pone en boca de su loco y extravagante personaje que en este momento de su discurso es cuerdo y a todos habla, y todos los presentes hacen afán por escuchar, y al final de su discurso no tienen por más que asentir a las razones dadas.

Cómo diversos autores han señalado al hablar del sentido de este capítulo del Quixote, Cervantes propone a través de su leal personaje el legado de argumentar un sueño; el de encumbrar la libertad «uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos» y que sean las letras y las armas las llaves para alcanzarla, porque «por la libertad, como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida».

Que este discurso sea de nuevo protagonista en el Museo del Ejército, en concreto al amparar y dar tratado a la selección de obras escogidas para la próxima efeméride del Día del libro, nos da pie para rebuscar entre la colección cervantina del Museo que cuenta con diferentes ediciones del Quijote, siendo la presentada una facsímilar de Montaner y Simón de 1898, que cumple por tanto 125 años.

Montaner y Simón inició su actividad editorial a mediados del siglo XIX, siendo empresa pionera en la publicación de obras lujosas de grandes clásicos de la literatura universal y narrativa. Todas ellas editadas con el máximo esmero en el diseño y utilizando para su ilustración los avances tecnológicos más punteros que las Artes gráficas industriales del momento proporcionaron al sector editorial, destacando siempre por su calidad de edición y esmero en el aspecto artístico del libro.

Fijémonos ahora en 'el sello' que fija la propiedad del objeto y que viene a significar que 'primero la ciencia, después la guerra'. Refleja éste emblema el espíritu que debe guiar al ejercicio de las armas y es el lema que rije en las reales academias militares creadas por la corona española en los siglos diecisiete y dieciocho y que tiene su continuidad en la Academia de Infantería toledana en estos últimos años del siglo XIX. Su finalidad es resaltar que en la formación del soldado (y el Quijote forma parte de las colecciones de obras de dichas academias) debe prevalecer la inteligencia y el estudio de la ciencia, representada por la diosa Minerva, y sólo después ampararse en el arte de la guerra, personificado en la diosa de la mitología griega Palas Atenea.

Vayamos por fin al propio texto y bien con el castellano cervantino (el que vemos en una de las imágenes mostradas), o el moderno lenguaje académico (que aportamos a continuación), con una u otra cabalgadura, y admirando que la pluma es la lengua del alma, echémonos a andar o a cabalgar que es como decir hacer vida en su lectura:

Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras

Prosiguiendo don Quijote, dijo: -Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con sólo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado ...