Entre fantasmas, fogones y estrellas Michelin

Esther Gómez (EFE)
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La Cónsula escribe su historia de prestigio como escuela de cocina con exalumnos como Dani García y Celia Jiménez

Un referente del centro es Miguel Núñez, que lleva las riendas de su restaurante. - Foto: EFE

La leyenda de La Cónsula, la casa señorial en la que un día se alojaron insignes personajes como Ernest Hemingway y prestigiosa escuela de cocina durante los últimos 30 años, es la historia de un lugar forjado a base de relatos de fantasmas y faena entre fogones. Una entidad iluminada por el brillo de las estrellas Michelin, por la que han pasado chefs de renombre como Dani García, Diego Gallegos o Celia Jiménez.

Ubicada en el distrito malagueño de Churriana, el centro de formación que se conoce hoy con ese nombre, La Cónsula, fue en sus orígenes una finca agrícola propiedad del presbítero de Cártama, si bien a mediados del siglo XVIII pasó a manos del cónsul de Prusia, Juan Roz.

Fue durante esa época cuando se construyó la casa, entonces residencia oficial del cónsul y su familia, una villa de estilo colonial que se terminó de edificar en torno a 1859 y donde en la actualidad se encuentra parte del aulario de la escuela, explica su actual jefe de estudios, Miguel Ferrer.

Su nombre original fue el de Finca de San Rafael. El cónsul la bautizó así en honor a su mujer, Rafaela, quien tras la muerte prematura de Roz continuó viviendo en ella y encargándose de su mantenimiento.

Muchos de los vecinos de Churriana iban a trabajar a la propiedad regentada por la viuda del cónsul, a la que coloquialmente se conocía como la cónsula, relata Ferrer, y este es el motivo por el que la finca de San Rafael acabó llamándose así.

Junto con La Concepción y San José, en el siglo XIX pasó a formar parte del patrimonio de la familia de Manuel Agustín Heredia, uno de los principales responsables del desarrollo industrial de Málaga, y de su consorte, Isabel Livermore, convirtiéndose en finca de recreo de la pudiente burguesía malagueña.

«Con bastantes negocios en ultramar», recuerda Ferrer, Amalia Heredia plantó muchas especias de fuera en La Concepción -la finca que heredó de sus padres- y «todas aquellas plantas que se trajeron para el jardín de esta propiedad, su hermano Enrique las trasladaba también a La Cónsula».

Sería precisamente Enrique Heredia el que transformaría definitivamente los jardines en un espacio singular, ordenándolos al gusto de la época y poblándolos con ejemplares exóticos y tropicales como araucarias, palmeras, nueces pecanas o diferentes tipos de aguacates.

Ya en el siglo XX, La Cónsula pasó de los Heredia al matrimonio formado por Annie y Bill Davis, empresarios americanos a los que unía una gran amistad con el escritor estadounidense Ernest Hemingway, que se alojó allí durante largas temporadas junto a ellos.

De Hemingway a Dominguín

Entre sus paredes, el periodista escribió varios artículos sobre tauromaquia en los que abordó la «rivalidad que existía en su día entre Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez», a los que allí trató personalmente y que reuniría en su archiconocida novela Fiesta. Al año siguiente, Hemingway regresó a Málaga y vio la luz, concebida en su escritorio de La Cónsula, la obra Un verano peligroso. De hecho, no es casualidad que Fiesta sea el nombre del restaurante de la escuela, cuyo jefe de cocina es Miguel Núñez, y que la mesa donde se anotan las reservas se trate de una reproducción del escritorio que utilizó el premio Nobel de Literatura mientras estuvo en la casa, añade su jefe de estudios.

Tras periplos varios y épocas más oscuras, incluida la Guerra Civil, en la que enarboló la bandera americana para mantenerse a salvo de la contienda, el Ayuntamiento de Málaga compró la finca a Anne Bakwel Davis en 1973.

Años más tarde, en 1984, se llevó a cabo su restauración, que terminó en 1993 con la creación de un consorcio entre el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía para convertir la casa en la sede de la Escuela de Hostelería de Málaga.

Desde entonces, en ella se han formado varias generaciones de cocineros de renombre, estrellas Michelin incluidos, como Dani García, dueño de un imperio de restaurantes repartidos por todo el mundo, o Celia Jiménez, la primera mujer en tener una Estrella de la guía roja.

En la actualidad, La Cónsula se centra en formar a grupos «bastante reducidos» de estudiantes de hostelería -25 cada vez- con el objetivo de «especializarlos en una cocina de alto nivel y mantener la excelencia de los que salen», recalca Ferrer. Igualmente, cursaron estudios allí el chef de origen brasileño y Estrella Michelin Diego Gallegos, estandarte del pescado de río y la cocina sostenible, o el también Estrella Michelin José Carlos García, referente de los fogones malagueños.

Tras la paredes de La Cónsula se esconden las historias y los secretos de algunos de sus ilustres moradores y visitantes, y hay quienes comentan -entre risas e incredulidad- que por sus estancias merodean fantasmas. Un vigilante de seguridad se dio de baja de un día para otro después de pasar una noche en la escuela, relata el jefe de estudios. «Nos dejó escrito un informe donde decía que no volvía a pisar este sitio por la noche» porque había notado «cosas extrañas. No volvió».